Cuando Todo Parece FallarSample

¿Cómo actuar cuando me han traicionado?

“Me empujaste con violencia para que cayese, pero me ayudó Jehová” (Salmo 118:13).

Sus hermanos lo menospreciaron, pensaron de él que era un niñato que tenía morbo por ver lo que ocurría en el campo de batalla, un muchacho inexperto e inconsciente que encontró algo mejor que hacer que cuidar unas pocas ovejas. Probablemente cambiarían de opinión al verle derribar a Goliat, o quizás no. A veces la gente no cambia de opinión sobre nosotros, da igual lo que hagamos, los prejuicios pueden ser así de irracionales. Su suegro, el rey de Israel, más tarde querría matarlo por celos infundados y lo persiguió durante más de una década, como se persigue a un delincuente prófugo. Su esposa lo tuvo por un hombre vil e indecoroso por danzar delante del arca de Dios con atuendos poco apropiados al uso. Cuando ya al fin fue rey plenipotenciario, uno de sus hijos le dio un golpe de estado y procuró con vehemencia asesinarlo. La vida de David estuvo llena de amargas experiencias con la traición. Sorprende que pudiera componer salmos tan bellos, y que no perdiera la lucidez de forma permanente, ni el aplomo, ni la paz. Me pregunto si en sus zapatos yo hubiera podido decir: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).

Examino mi vida y veo con cuanta facilidad un gesto traicionero ha zarandeado mi gozo. El pensamiento recurrente rememorando la vil acción lacera mi mente.El acto perpetrado en mi contra me invade en las noches y me da los buenos días agriando mi despertar. Trato de no recordar y se acentúa más la punzada de la decepción. Olvidar es una utopía, el recuerdo siempre estará allí, el asunto va de aprender a tener una mirada diferente hacia aquello que nos ha sucedido. ¿Pero cómo? Me han fallado y sufro, y padezco más si quien me agravió es alguien cercano, a quien amo y de quien no pensé recibir algo semejante. ¿Cómo lidiar con la herida que me infligieron? ¿Perdonar es suficiente? ¿Cómo aliviar el dolor de la traición? Las preguntas se agolpan, la teoría no basta para cambiar las cosas, se necesita atravesar un proceso real de sanación.

David encontró su camino en la oscuridad depositando su confianza en Dios, haciéndolo a Él el centro de su vida. Ajustó siempre su foco, y eso le dio perspectiva. “A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido” (Salmo 16:8). Cuando alineamos nuestra mirada en Dios, todo lo demás se coloca en su lugar. Mirar al Señor cuando regresa el recuerdo de una traición es la medicina que contrarrestará el ponzoñoso veneno de la amargura. Aquel que fue varón de dolores y experimentado en quebrantos entiende nuestra pena y nos consolará en nuestras aflicciones.

Perdona el agravio en un acto valiente de resiliencia, refúgiate en Dios, sé libre de la prisión del hastío y la melancolía. Olvida el pasado, camina en pos de Jesús.