La Verdad Os Hará LibresSample

“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas" (S. Lucas 24:44-48 RVR1960).
El arrepentimiento es un concepto del que no se habla con mucha frecuencia hoy en día. Sin embargo, fue un punto clave en lo que el Señor predicó, y algo que ordenó expresamente a la Iglesia que proclamara en todas partes (Mt 4.17).
El arrepentimiento es impulsado por el Espíritu Santo: Él trae convicción sobre el pecado, para que seamos animados a depender de la justicia de Jesucristo. Cuando nos empeñamos en arrepentirnos, es decir, a volvernos del pecado hacia Dios, el Espíritu nos da el poder para hacerlo. Transforma la persona interior y da nuevos deseos de santidad y obediencia.
Mientras que la salvación implica una comprensión del pecado y la decisión de arrepentirse, algunas personas piensan erróneamente que ellas mismas deben limpiar su vida antes de venir a Cristo. Pero eso es, en realidad, imposible. Nadie puede hacerse justo y recto a sí mismo sin la obra del Espíritu Santo; solo Dios puede dar un corazón limpio, deseos santos y una mente transformada.
Para los incrédulos, esa falsa suposición puede parecer un obstáculo insuperable para la salvación. Por eso los hijos de Dios deben conocer la verdad sobre el arrepentimiento y compartirla, despejando el camino para que las almas perdidas confíen en Cristo como Salvador.
Iglesia La Embajada.
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La verdad os hará libres. Jesús sabía que los seres humanos por naturaleza, son esclavos del pecado, sin distinción. “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado" (S. Juan 8:34 RVR1960). El propósito entonces, era hacer libres a los hombres de la esclavitud del pecado. Nadie más tiene el poder de liberar al hombre del pecado.
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