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Contacto Visual

DAY 2 OF 7

### Esa tormenta no es contra ti, es para ti Desde nuestra infancia, todos tenemos el anhelo de llegar a ser grandes en aquello que soñamos. A una edad temprana, soñamos con ser como nuestro deportista favorito o tener los poderes de nuestro héroe preferido. A medida que crecemos, nuestro panorama de célebres personajes de la historia se amplía hacia distintas áreas, con una lista interminable de mujeres y hombres visionarios que, gracias a sus descubrimientos o creaciones inverosímiles para su tiempo, lograron que hoy podamos beneficiarnos y disfrutar de tantas cosas que nos hacen la vida más sencilla. Esperar alcanzar un impacto importante durante nuestro paso por esta vida no es solamente un sueño humano sino también un plan divino. En las palabras del pastor Rick Warren, “no existimos por accidente. Somos de gran valor porque fuimos diseñados a imagen de Dios, Él planificó nuestra vida antes que naciéramos”. Aun antes de nuestro primer aliento en este mundo, nuestras vidas ya tenían un propósito. Dios nos dotó de capacidades y talentos para que podamos realizar toda buena obra y ser la mejor versión de nosotros mismos, para su gloria. Sólo que a veces, fijamos la mirada en la meta y pasamos por alto que existe un vasto proceso que atravesar antes de vislumbrar ese horizonte prometedor. Toda invención requiere un tiempo de preparación, elaboración y testeo antes de conseguir el diseño final. De manera similar, sacar lo mejor de cada uno requerirá que pasemos por momentos agradables y exitosos, pero también por pruebas y dificultades. Aunque a nadie le gusta enfrentar problemas, es inevitable que nos toque hacerlo en más de una ocasión. Pero la Palabra nos alienta a no desanimarnos y a tener la capacidad de ver las dificultades como oportunidades para desarrollar resistencia, firmeza de carácter y una fe fortalecida y firme que nos mantenga persistentes para alcanzar nuestro propósito. Para lograr cambiar nuestra visión en esta dirección, tenemos que aceptar que todo lo que sucede en nuestra vida tiene una buena finalidad, aun aquello que nos produce desconcierto y temor. Dios nos ama tanto que no permitirá que nos desilusionemos con el resultado de cada prueba vencida. No debemos olvidar que, por más dura que sea, toda dificultad es temporal, no durará para siempre. Cuando los discípulos de Jesús enfrentaban la tormenta, navegando en su barca, seguramente pusieron lo mejor de su esfuerzo y experiencia como pescadores para que esta no naufragara. Estaban allí por un motivo, Jesús les había encargado adelantarse mientras Él se retiraba a orar. ¿Será que Jesús sabía que la tormenta llegaría y deliberadamente los envió a enfrentarla? Quizás. Sin embargo, su propósito no era que los discípulos perecieran. Cuando se acercó a la barca, los animó a no tener miedo y a confiar en que Él estaba ahí, con ellos. El sorprendente Pedro hizo una petición descabellada para cualquiera que esté en su sano juicio. ¿Quién imaginaría poder caminar sobre aguas embravecidas? Solamente alguien que, con decidida confianza, resuelve mirar una tormenta como un momento favorable para conseguir lo imposible. ¡Y así fue! Puede haber sido un momento aterrador, pero esa noche, este hombre tuvo una experiencia íntima con Cristo que los otros once simplemente espectaron. Esta hazaña forma parte de ese bagaje de vivencias que forjaron el carácter de aquel a quien Jesús le delegaría la autoridad sobre la iglesia primitiva, aquello para lo cual había sido creado. Cuando estés enfrentando dificultades, no mires esas tormentas como si fueran contra ti. Lo más probable es que sean instrumentos que están forjando tu carácter, desde adentro hacia afuera, para que alcances a ser la mejor versión de ti mismo. [IMAGE CONTENT]
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