Un viaje a través de Lucas y HechosSample

En la siguiente sección de Lucas, Jesús cuenta una historia que ilustra cómo su Reino pone patas arriba las circunstancias de este mundo, y dice así: Había un hombre rico que usaba ropa elegante y era dueño de una gran casa. Y había un hombre pobre y cubierto de llagas, llamado Lázaro, que se sentaba afuera de la puerta del rico todos los días buscando las migajas de su mesa. Pero el hombre rico nunca le daba nada y finalmente ambos murieron. Lázaro llegó a un lugar de eterno descanso, mientras que el rico se despertó en un lugar de tormento. De alguna manera, el hombre rico logró ver a Lázaro y, tan pronto como lo hizo, pidió que Lázaro fuera con él para que le sirviera gotas de agua para refrescarlo. Pero al hombre rico le dijeron que esto no podía suceder y le recordaron su vida en la tierra, como vivía en el lujo mientras que Lázaro necesitaba su ayuda. Así que el rico suplicó que Lázaro fuera a visitar a su familia en la tierra para que les advirtiera sobre ese lugar de agonía. Pero le contestaron que su familia tenía todas las advertencias necesarias en los escritos de los profetas hebreos. El hombre rico argumentó insistiendo que, si Lázaro se levantaba de la muerte, seguramente eso convencería a su familia. Pero le dijeron que no iba a funcionar. Aquellos que se nieguen a escuchar a Moisés y a los profetas no se convencerán aunque alguien resucite de entre los muertos. Después de contar esta historia, Jesús advirtió a todos de los sufrimientos que llegan a los que hacen sufrir a los demás. Para evitar este sufrimiento, enseñó a todos a cuidarse unos a otros y a corregir a los que están fallando en este objetivo. Aquellos que escuchan la corrección serán perdonados, incluso si ese perdón es necesario una y otra vez. Jesús es misericordioso. Quiere que todos escuchen antes de que sea demasiado tarde. Jesús vino a revertir el sufrimiento, pero ¿cómo? Enseñó la verdad y ofreció sacrificadamente su perdón a todos los que lo reciban. De la misma manera, sus seguidores deben enseñar a los demás y ofrecer perdón. Los discípulos de Jesús escucharon todo esto y reconocieron que no confiaban lo suficiente en Dios como para poner en práctica las palabras de Jesús, así que pidieron más fe.