Dador de vida

Querido lector (a), el obrar de Jesucristo por medio del Espíritu Santo en nuestras vidas es una respuesta suprema a la preocupación, incertidumbre y fatiga de nuestro tiempo. Es a través del Espíritu Santo que Jesucristo hoy, sigue dándole vista al ciego, sanidad al paralítico, limpieza a quien se siente sucio, vida a quien se cree muerto, esperanza a quien la ha perdido y buenas nuevas a los pobres, tristes y afligidos.

Desde el día de Pentecostés hasta nuestros días, el Espíritu Santo se mueve en libertad; pues es un Espíritu libre e impredecible y nunca visible. Es dador de vida y otorga verdadera salvación. Aunque es Poderoso tiene la delicadeza de crear un jardín de rosas en las áridas tierras de nuestras vidas quebrantadas. Como vive en movimiento constante, no lo podemos sujetar a nuestras agendas religiosas; pero si le pides a Él que te ayude y lo buscas con sinceridad, sin duda alguna vendrá a ti y dentro de ti le verás fluir como un rio desde tu interior y obtendrás su ayuda.  

Lo más sorprendente es descubrir, que tristemente, aunque le mintamos, ignoremos, lo rechacemos o queramos poner a prueba, Él hará una obra poderosa y silenciosa desde nuestro interior y nunca más volveremos a ser los mismos, una vez que Él se instala cómodamente en nuestro corazón, nunca nos dejará hasta que lleguemos a conocer cara a cara al Padre de Jesús. 

Oremos juntos: Purifícame, por favor, Espíritu Santo, para que pueda oírte rompiendo el silencio en mi ser, ilumina mi corazón con la luz de Tu conocimiento, y desata mi lengua para que haga mención de Ti y cante Tu alabanza. ¡Por Tu poder, mi Dios Espíritu Santo, anímame, sostenme, fortaléceme y has de mi un verdadero adorador en espíritu y verdad, ¡Te lo pido en el nombre de Jesús! ¡Amén!

¡Gracias Dios, Espiritu Santo!