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Fuimos escogidos

El que Dios nos escogiera a nosotros, aun conociendo que tendríamos defectos, debilidades y temores, demuestra lo importante que somos para Él.

En la primera epístola de Pedro se habla sobre “El pueblo de Dios”; este pasaje nos confirma, que no fuimos nosotros los que decidimos seguir a Cristo; fue Dios que nos eligió a nosotros para que formáramos parte de su pueblo.

Debemos de sentirnos especiales por ser parte del rebaño de Jesucristo, ya que no éramos merecedores de su gracia; pero que por medio de su sacrificio en la Cruz, nos fue otorgada.

Al escuchar a Pablo hablarnos que por medio de la gracia de Dios, fue apartado desde el vientre de su madre, nos ratifica que no fuimos un error, de que no somos la imitación o copias de otros; somos únicos, apartados y escogido para cumplir con un propósito celestial. 

Desde este momento  despojémonos de todo pensamiento que nos impide vernos en Jesucristo.