Aprendiendo a manejar las ofensasSample

La ofensa está asociada a una acción real o percibida que puede ser catalogada como agravios o daños. La ofensa tiene el potencial de producir heridas, desilusiones, dolor y enojo en nuestra vida. Por otra parte, el enojo producto de las ofensas puede ser una de las emociones más difíciles de manejar, pudiendo traducirse en resentimiento, odio y amargura, entre otras manifestaciones emocionales tóxicas.
Erigiendo “muros protectores”
La expresión “el hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos como cerrojo de alcázar”, es una metáfora que hace referencia a una ciudad fortificada con muros alrededor, cuyo objetivo era proteger de los invasores. Así, las personas cuando experimentan las ofensas y se sienten heridas, construyen muros a su alrededor para “protegerse”, y así evitar ser heridos nuevamente. Es como si construyeran una cárcel de la ofensa para “protegerse”. Las piedras con que se construyen esos muros, en muchos casos, son el malhumor, la indignación, la irascibilidad, la desconfianza, el pesimismo, el retraimiento, la victimización. Lo cierto es que toda esta protección oculta resentimiento e inseguridad, y una baja disposición para perdonar y normalizar la relación.
La persona ofendida – transgredida, agraviada – tiende a resistirse / atrincherarse en su posición de “ofendido”, lo que hace que cueste recuperar la relación con quien infringió la ofensa; y mientras más cercana es la relación, más difícil puede ser perdonar la ofensa. Salomón nos dice que es más fácil conquistar un castillo que reconciliarse con un hermano o amigo ofendido.
Lo cierto es que cuando las heridas emocionales derivadas de las ofensas no son atendidas adecuadamente, éstas pueden cronificarse y afectar seriamente la salud espiritual y emocional.
¿Ha construido usted “muros de protección” a su alrededor?
¿Se siente como una víctima?
¿Cómo maneja las ofensas?
¿Le cuesta deshacerse del enojo asociado a ofensas recibidas o percibidas?
Scripture
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La ofensa tiene el potencial de producir heridas, desilusiones, dolor y enojo en nuestras vidas, lo que puede hacer que levantemos muros dentro de los cuales meternos y aislarnos. Todo esto puede dar lugar a resentimientos. Las piedras con que se construyen esos muros, en muchos casos, son el malhumor, la indignación, la irascibilidad, la desconfianza, el pesimismo, el retraimiento, la victimización.
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