Libre de temores Sample

Miedo a lo desconocido
«La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido», expresó Howard Lovecraft. Cuando iniciamos algo nuevo, algo que jamás hemos hecho o llegamos a un lugar que nunca hemos pisado, comenzamos a sentir algo, quizás no exactamente, de lo que los discípulos sintieron, el miedo a lo desconocido.
Enfrentar situaciones nuevas, nos produce miedo, digamos, lo nuevo nos saca del confort de aquello que ya conocemos. Es así. Recuerdo por ejemplo, como mi hija mayor, Patricia, al comenzar segundo grado, tuvo una reacción, que después supimos que iba a pasar todos los años. En la primera semana de clases, al segundo día, se enfermaba con una fiebre tremenda. No tenía nada, eran dos o tres días de mucha temperatura y después se iba. ¿Qué enfermedad tenía? Una nueva aula, una nueva maestra, el estrés de lo nuevo, de lo desconocido.
La vida tiene esas curvas que no sabes con que te vas a encontrar al tomarlas. Siguiendo con ella como ejemplo, en diciembre del año 2013 llegó para visitarnos, porque en aquel momento estaban sirviendo al Señor en Portugal. Vinieron por un mes, porque ella estaba embarazada de su tercer hijo, que iba a nacer a fines de abril, pero algo pasó y esa criaturita se anticipó, naciendo el 7 de enero con 5 meses y medio de gestación, pesando tan sólo 500 gramos y midiendo 19 centímetros. Ninguno esperaba eso, como tampoco los 6 meses que el bebito estuvo internado después de su nacimiento. Es decir, no sabemos lo que la vida nos va a deparar, y a veces hay personas que ante esa incógnita, tienen miedo.
Fíjense, lo que algunos escribieron al respecto: «No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo», Epicteto, filósofo griego. «Quien vive temeroso, nunca será libre», Quinto Flaco, poeta romano. Y una cita más moderna, de Nick Vujicic, ese muchacho que nació sin brazos ni piernas, «El miedo es la mayor de las discapacidades». «El que teme es un esclavo», Séneca, filósofo romano.
Y es cierto, porque muchas veces el miedo nos paraliza totalmente, es la prisión mental que nos retiene.
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No tengan miedo, hay una morada, no somos indigentes. Hay un encuentro, no fuimos olvidados. Hay un camino, no somos vagabundos. Hay un Padre, no somos huérfanos. Hay un Espíritu Santo, no estamos desamparados. Hay paz, no estamos desesperados. En lugar de fijar la atención en las circunstancias, o en lo que desconocemos, tenemos que afirmarnos en lo que sí sabemos. Jesús nos hizo libres.
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