De lo común a lo extraordinario

Por Hannah Bolden

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: —Ya no tienen vino. —Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? — respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes: —Hagan lo que él les ordene. Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros. Jesús dijo a los sirvientes: —Llenen de agua las tinajas. Y los sirvientes las llenaron hasta el borde. —Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete —dijo Jesús. Así lo hicieron. El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo: —Todos sirven primero el mejor vino y, cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora. Esta primera señal milagrosa la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló Su gloria y sus discípulos creyeron en Él.”—Juan 2:1–11 (NVI)

Desháganse de la vieja levadura para que sean masa nueva, panes sin levadura, como lo son en realidad. Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado.”—1 Corintios 5:7 (NVI)

En una boda en Caná, algo común se volvió extraordinario. Cuando se acabó el vino, María no se asustó—ella fue directo a Jesús. Incluso cuando Él le respondió: “Todavía no ha llegado mi hora”, ella siguió confiando en quién era Él. Sus simples palabras a los sirvientes—“Hagan todo lo que Él les diga”—muestran una fe tranquila y firme que espera que Dios actúe.

Jesús pudo haber dejado pasar el momento, pero en vez de eso decidió mostrar Su gloria. Les pidió a los sirvientes que llenaran grandes tinajas de piedra—recipientes comunes—con agua. Mientras obedecían, el agua se transformó en vino, y no cualquier vino—¡el mejor vino! Este fue el primer milagro registrado de Jesús, una señal de Su poder para tomar lo común y hacerlo nuevo, lleno y rebosante de propósito.

Ese mismo poder de hacer milagros sigue activo hoy en día. Así como las tinajas vacías, nuestras vidas pueden sentirse comunes, gastadas o agotadas. Pero cuando se las entregamos a Jesús y confiamos plenamente en Él, nos llena con algo mejor de lo que jamás podríamos imaginar—su Espíritu, su alegría y su paz.

En 1 Corintios 5:7, el apóstol Pablo nos recuerda que Jesús es nuestro Cordero de Pascua—el que quita lo viejo y nos hace nuevos. El vino en Caná apunta a una transformación más profunda que ocurre en cada corazón que cree en Él.

Cuando la vida se siente vacía o el momento no tiene sentido, recuerda la fe de María y el poder de Jesús. Él siempre llega a tiempo, y lo que Él nos da siempre será mejor que lo que pensábamos que habíamos perdido.

Ponlo en Práctica: Sábado

El sábado se trata de descansar intencionalmente. Dios estableció el sábado después de terminar su obra de la creación, y nos mandó a guardar el sábado como una experiencia especial de descanso en Él. ¡Cada quien descansa de manera diferente! Como sea que se vea para ti, practica el sábado este fin de semana haciendo algo que te dé alegría y honre a Dios. Intenta memorizar Lucas 22:42 (NVI): “No se haga mi voluntad, sino la tuya.”

Para la Familia

Idea Principal: Jesús puede tomar las partes comunes de nuestra vida y hacerlas extraordinarias.

Pregunten Juntos:

1. ¿Cómo mostró María que confiaba en Jesús, incluso antes de ver el milagro?
2. ¿Cuál es una cosa “común” en tu vida que puedes pedirle a Jesús que use para algo especial?

Oración

Padre Celestial, gracias por no solo enviarnos a Jesús, sino también por asegurarte de que sus milagros quedarán documentados para que, miles de años después, no olvidemos todo lo que Él ha hecho. Oro para que esta semana pongamos nuestra confianza en Jesús como lo hizo María y entendamos que Tú nos vas a sorprender de maneras inesperadas. Amén.