Al escuchar su voz

Por Samantha Rodriguez

“A los pocos días María emprendió viaje y se fue de prisa a un pueblo en la región montañosa de Judea. Al llegar, entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Entonces Elisabet, llena del Espíritu Santo, exclamó: —¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el hijo que darás a luz! Pero ¿cómo es esto que la madre de mi Señor venga a verme? Te digo que tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura que llevo en el vientre. ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá!”—Lucas 1:39–45 (NVI)

¿A quién conoces que tenga la voz más reconocible? Hay una sensación de emoción y consuelo que viene al escuchar una voz familiar. El pasaje de hoy muestra un momento increíble así entre María y su prima Isabel, y también entre los bebés en sus vientres. Después de que María recibió la noticia sobre Jesús del ángel Gabriel, fue de inmediato a la casa de su prima. Al escuchar la voz de María, el bebé de Isabel saltó, ¡y ella fue llena del Espíritu Santo! Luego, bendijo a María por creer que el Señor cumpliría Sus promesas para ella.

Cuando te encuentras con Jesús en la vida diaria, tienes la oportunidad de decidir cómo responder. Puedes responder como Isabel, con alabanza y adoración, o puedes responder con ignorancia y apatía.

Aun antes de que Jesús estuviera completamente formado en María, Su presencia en ella hacía que su presencia fuera reconocible, alegre, agradecida y agradable a Dios. ¿A qué más te suena eso? ¡Es el mismo regalo que ahora llevamos como seguidores de Jesús! Cuando pones tu fe en Jesús como tu Salvador, creyendo que Él es el Hijo de Dios que murió y resucitó por tus pecados, recibes al Espíritu Santo dentro de ti. Efesios 1:13–14 (NVI, énfasis añadido) lo dice así: “En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.” Ahora, llevas la presencia de Dios, ¿así que tu presencia en el mundo refleja eso?

¡Si eres creyente, el Espíritu Santo vive dentro de ti! Pero así como el polvo de chocolate no puede mezclarse con la leche a menos que lo revuelvas, el Espíritu Santo no va a tocar ni transformar cada aspecto de tu vida si no te relacionas con Él, lo reconoces, le prestas atención y respondes a Él. Isabel también fue llena del Espíritu y rebosó en adoración. No solo eso, sino que también se sacrificó en su propio embarazo para cuidar a María en su primer trimestre de embarazo (Lucas 1:56). ¿Cómo puedes aquietar tu corazón para escuchar la voz de Jesús a través del Espíritu Santo en la vida diaria, y cómo vas a responder?

Ponlo en práctica: Ora

Orar es hablar con Dios. Puedes orar en cualquier lugar, ya sea en el coche, en tu cuarto o caminando en el súper. Puedes orar solo en silencio o con otras personas. Puedes orar en voz alta a Dios o escribir tus oraciones. Puedes arrodillarte, sentarte, caminar, lo que sea, y Dios estará ahí para escucharte y hablar contigo. Hoy, practica la oración así:

1. Pedirle a Dios que te dé oídos para escuchar Su voz
2. Tomar al menos cinco minutos de silencio para enfocarte solo en Jesús, repetirle un versículo o frase corta, y escuchar

Para la Familia

Idea Principal: El Espíritu Santo vive en mí, así que puedo adorar y escuchar Su voz.

Pregunten Juntos:

1. ¿Cómo crees que se sintió Isabel cuando escuchó la voz de María y su bebé saltó de alegría?
2. ¿Cuál es una forma en la que puedes escuchar o hablar con Dios a través del Espíritu Santo esta semana?

Oración

¡Gracias, Jesús, por nunca dejarme! Gracias por darme Tu Espíritu Santo que vive dentro de mí. Te pido que me ayudes a reconocer más Tu voz en la sencillez de cada día. Espíritu Santo, quiero ser muy amigo(a) tuyo. Ayúdame a pasar más tiempo contigo para poder reconocerte guiándome cada día. Cuando escuche Tu voz, quiero escuchar, obedecer y adorar. Amén.