Discipulado Simple: Seguir a Jesús en la era digital y de la prisaMuestra

Día 4 – Volviendo a lo esencial
En un mundo saturado de ruido, agendas y métodos, las palabras de Jesús siguen siendo tan directas como transformadoras: “‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ El segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ No hay otro mandamiento más importante que estos.” (Marcos 12:30–31, NVI).
En una sola frase, Jesús nos devolvió al corazón de la vida espiritual: amar a Dios, amar a las personas y hacer discípulos. Todo el discipulado se resume ahí.
No es una fórmula, es una forma de vivir. Y sin embargo, a veces lo esencial es lo primero que olvidamos.
Amar a Dios con todo el ser no es un sentimiento romántico ni una emoción pasajera. Es una entrega diaria que involucra nuestras decisiones, pensamientos y prioridades. Amar a Dios significa reconocerlo como el centro de todo lo que somos y hacemos. Significa buscarlo no solo en los momentos “espirituales”, sino también en lo cotidiano: mientras trabajas, mientras esperas, mientras sirves.
Jesús nos enseñó que este amor no se demuestra en palabras, sino en obediencia. “Si me aman, obedecerán mis mandamientos” (Juan 14:15, NVI).
El amor a Dios siempre nos lleva a acción. No a un activismo vacío, sino a una vida orientada por su voluntad.
El segundo mandamiento —amar al prójimo— revela que el discipulado no es una experiencia privada, sino comunitaria. No podemos seguir a Jesús y permanecer indiferentes ante el dolor del otro. Él mismo nos mostró que amar al prójimo no es solo ayudar a quien lo merece, sino acercarnos a quien más lo necesita.
El amor al prójimo es el termómetro del amor a Dios. Si nuestra espiritualidad no nos hace más compasivos, no hemos entendido el corazón del evangelio.
Y el tercer eje —hacer discípulos— no es una tarea adicional, sino la consecuencia natural de amar a Dios y amar a las personas.
Cuando alguien ha sido transformado por el amor de Cristo, no puede guardarlo para sí. Jesús nos dio una misión que no depende de títulos ni posiciones: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones…” (Mateo 28:19, NVI).
El discipulado no es exclusivo de pastores o líderes; es el llamado de cada seguidor.Volver a lo esencial es volver a amar como Jesús.
En una época que valora los resultados por encima de las relaciones, el éxito por encima de la fidelidad, y la apariencia por encima del carácter, Jesús nos recuerda que el Reino avanza a través del amor.
El discipulado simple no se trata de construir grandes cosas, sino de vivir grandes amores: hacia Dios, hacia las personas, y hacia la misión.
Quizás hoy Dios te esté invitando a regresar a lo esencial. A dejar las complicaciones innecesarias, a despojarte del ruido espiritual, y a volver a la sencillez del amor que lo cambia todo.
No hay discipulado real sin amor, porque el amor es el lenguaje del Reino.
Llamado a la acción
- Ora: Pídele a Dios que te devuelva el asombro de amarlo con todo tu ser.
- Ama intencionalmente: Haz hoy un acto concreto de servicio o bondad hacia alguien cercano.
- Haz espacio para las personas: el discipulado ocurre en relaciones, no en aislamiento.
- Recuerda: amar y hacer discípulos no son tareas separadas; son expresiones del mismo amor.
Acerca de este Plan

Este plan devocional de 14 días, basado en el libro Discipulado Simple: Seguir a Jesús en la era digital y de la prisa de Felipe Echeverri, te invita a redescubrir la esencia del seguimiento a Jesús en medio del ruido y la prisa moderna. A través de reflexiones profundas y prácticas, aprenderás a vivir una fe sencilla, relacional y transformadora, centrada en amar a Dios, amar a las personas y hacer discípulos.
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Nos gustaría agradecer a Felipe Echeverri por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.martepodcast.com/discipuladosimple









