Discipulado Simple: Seguir a Jesús en la era digital y de la prisaMuestra

Día 9 – Discipulado en comunidad
El discipulado nunca fue un proyecto individual. Jesús no formó discípulos aislados, sino una comunidad que aprendía, fallaba y crecía junta.
Desde el inicio, el llamado a seguirlo implicó pertenecer a un grupo imperfecto pero lleno de propósito.
El discipulado simple no florece en soledad, sino en la compañía de otros que también buscan a Jesús.
En una cultura que exalta la independencia y el individualismo, este mensaje es contracultural. Muchos quieren seguir a Jesús sin involucrarse con personas, pero el cristianismo sin comunidad se marchita. Dios nos diseñó para ser moldeados en relación.
La fe se fortalece cuando caminamos con otros, porque la comunidad nos confronta, nos anima y nos enseña a amar de verdad.
El libro de Hechos describe así a los primeros discípulos:
“Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo” (Hechos 2:44–47, NVI).
No era una comunidad perfecta, pero sí auténtica. El amor se veía en lo cotidiano: en compartir la mesa, en cuidar al necesitado, en celebrar juntos. Ese tipo de comunidad no se produce por estructura, sino por amor.
Ser parte de una comunidad discipular implica vulnerabilidad. Requiere mostrarnos tal como somos, con nuestras heridas y luchas. Y aunque eso a veces incomoda, es precisamente en la honestidad donde ocurre la transformación.
Dios usa personas imperfectas para formar nuestro carácter. La comunidad se convierte en el taller donde el Espíritu Santo lima el ego, moldea la paciencia y enseña la humildad.
Pablo escribió: “Así nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás” (Romanos 12:5, NVI).
No podemos crecer sin el cuerpo, porque el discipulado es interdependiente. Necesitamos a otros para ver aspectos de Dios que solos nunca veríamos. La comunidad revela el amor de Dios en carne y hueso. Sin embargo, ser parte de una comunidad también implica sacrificio. Significa renunciar al aislamiento, perdonar ofensas, escuchar más de lo que hablamos.
El discipulado comunitario nos enseña a amar a quienes son diferentes, a servir sin esperar reconocimiento y a perseverar cuando es más fácil huir.
Por eso Hebreos 10:24–25 nos exhorta: “Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros” (NVI).
Jesús dijo que el mundo conocería a sus discípulos por una sola señal: “En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Juan 13:35, NVI).
No por su teología, ni por su contenido, sino por su amor visible. El discipulado no se mide por cuánta Biblia sabes, sino por cuánto amas a las personas que Dios te ha confiado.
Quizás has vivido heridas en comunidad, o decepciones en la iglesia. Jesús también las vivió con los suyos, pero nunca dejó de amar ni de invertir en ellos.
La comunidad discipular no es perfecta, pero es el lugar donde Dios sigue formando a sus hijos. Caminar con otros no es fácil, pero es el camino de Jesús.
Llamado a la acción
- Ora: Agradece por las personas que Dios ha puesto en tu camino espiritual.
- Reconcilia: Si hay alguien con quien rompiste relación, da el primer paso hacia la restauración.
- Participa: No te aísles. Busca una comunidad o grupo donde puedas compartir vida y fe.
- Sirve: Elige una manera práctica de amar a alguien en tu círculo esta semana.
Acerca de este Plan

Este plan devocional de 14 días, basado en el libro Discipulado Simple: Seguir a Jesús en la era digital y de la prisa de Felipe Echeverri, te invita a redescubrir la esencia del seguimiento a Jesús en medio del ruido y la prisa moderna. A través de reflexiones profundas y prácticas, aprenderás a vivir una fe sencilla, relacional y transformadora, centrada en amar a Dios, amar a las personas y hacer discípulos.
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Nos gustaría agradecer a Felipe Echeverri por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.martepodcast.com/discipuladosimple









