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El altar secreto del adorador

“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6 RVR1960).

Reflexión: Jesús no nos invitó a construir una plataforma, sino un aposento. La vida pública del creyente se alimenta en los lugares secretos de comunión con el Padre. El altar personal no es un espacio físico solamente; es el lugar del alma donde nos despojamos de apariencias y encontramos al Dios real.

La adoración verdadera no comienza con música ni requiere de un escenario. Nace en el silencio del corazón rendido, donde Dios es el único espectador. Es allí donde se enciende el fuego que nunca se apaga, donde se oyen los susurros del Espíritu, donde lo íntimo se convierte en eterno.

Un adorador verdadero no necesita ser visto por los hombres para ser efectivo. Lo que sucede “en secreto” tiene más poder que mil actos públicos. El altar secreto es el corazón del avivamiento personal. ¡Dios aún busca adoradores que lo adoren así!

Preguntas de Reflexión: ¿Tengo un tiempo y espacio reservado para estar a solas con Dios cada día? ¿Qué importancia le doy a lo secreto en mi vida espiritual? ¿Adoro a Dios más por lo que Él ve en lo oculto o por lo que los demás ven en público? ¿Estoy edificando un altar en mi vida que agrade al Padre? ¿Qué fuego arde en mi altar secreto?

Oración: Padre amado, enséñame a buscarte en lo secreto. Ayúdame a edificar un altar donde mi alma se rinda a Ti en verdad. Que mi comunión contigo sea más real que cualquier expresión externa. Que nunca me falte ese lugar donde solo estás Tú y yo. Que mi vida sea una ofrenda continua en tu altar. Amén.

Desafío Práctico:

Esta semana, aparta diariamente al menos 15 minutos sin distracciones para estar a solas con Dios: sin teléfono, sin agenda, solo tú y Él. Lleva una libreta y registra lo que Él hable a tu corazón.