Íntimos De JesúsMuestra

Cuando su mirada lo es todo

“Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:61-62 RVR1960).

Reflexión: Pedro no fue quebrado por un grito de Jesús, ni por un sermón, ni por una acusación… fue quebrado por una mirada. La mirada del Señor, dulce y penetrante, fue como un espejo que reveló lo más profundo de su corazón. No era una mirada de juicio, sino de amor herido. ¡Qué poder hay en los ojos de Jesús!

La intimidad con Él nos enseña a reconocer Su mirada, aún cuando fallamos. Su amor no se retira cuando tropezamos; nos mira para restaurarnos, no para condenarnos. Pedro negó, pero la mirada de Jesús lo alcanzó. Y esas lágrimas lo acercaron más a su destino que todos sus intentos anteriores.

Cuando su mirada lo es todo para ti, ya no quieres decepcionarlo. En la intimidad, aprendemos a vivir bajo sus ojos, no por miedo, sino por amor. Que cada día nos quiebre más Su mirada y nos levante Su misericordia.

Preguntas de Reflexión: ¿Reconozco la mirada del Señor en medio de mis caídas? ¿Me dejo transformar por el amor que me confronta? ¿Qué produce en mí saber que Jesús me mira con ternura, incluso cuando fallo? ¿Vivo con un corazón consciente de Su presencia? ¿Cómo puedo regresar hoy al lugar de intimidad si me he alejado?

Oración: Jesús amado, mírame otra vez. Aun cuando te he negado con mis actos o pensamientos, vuélveme a atraer con tu mirada de gracia. Que no me resista a tu amor que confronta, que restaura y transforma. Que mi corazón nunca se endurezca ante tus ojos. Vuelve a mirar mi alma, Señor… y quebrántame para restaurarme. Amén.

Desafío Práctico:

Busca un momento de soledad con Jesús. Cierra tus ojos y pídele que te muestre cómo te ve Él hoy. Permanece en silencio ante Su presencia, y escribe lo que experimentes o entiendas en tu espíritu.