La iglesia y la evangelización (Segunda parte)

La lectura de hoy es una continuación de la Sección 6 del Pacto de Lausana: La iglesia y la evangelización. Lea aquí.

Pero una iglesia que predica la cruz debe estar ella misma marcada por la cruz. Se convierte en una piedra de tropiezo para la evangelización cuando traiciona el evangelio o carece de una fe viva en Dios, un amor genuino por las personas o una honradez escrupulosa en todas las cosas, incluyendo la promoción y las finanzas. La iglesia es la comunidad del pueblo de Dios, más que una institución, y no debe ser identificada con ninguna cultura, sistema social o político, o ideología humana específicos.

La integridad de la iglesia

En medio de la Sección 6 surge un desafío necesario: uno que plantea la cuestión de la credibilidad de la iglesia. Podemos participar fielmente en la evangelización, pero ¿el mundo realmente escuchará y creerá nuestro mensaje? La respuesta depende de si la iglesia conserva su propia integridad. Para ser escuchados, debemos practicar lo que predicamos. Pablo nos insta a que nuestra conducta sea «digna del evangelio» (Filipenses 1:27). Esto se aplica no solo a nuestra vida personal, sino también al testimonio colectivo de la iglesia. Como pueblo de Dios, estamos llamados a ser una comunidad radicalmente diferente, marcada por nuevas prioridades, una visión transformada de la riqueza y las posesiones, una postura humilde ante el poder, un testimonio empoderado por el Espíritu y una calidad completamente nueva de amor y cuidado.

La cruz debe seguir siendo central tanto para nuestro mensaje como para nuestra vida. Predicamos a «Cristo crucificado» (1 Corintios 1:23), y esto exige que vivamos la humildad, la abnegación y la entrega que representa la cruz. Sin esto, la misma iglesia, llamada a llevar el evangelio al mundo, puede convertirse en un obstáculo para su recepción (2 Corintios 6:3).

Cuatro posibles «escándalos» (la palabra griega que significa piedras de tropiezo) que pueden dificultar que la iglesia cumpla su misión y llamado:

• Traicionar el evangelio distorsionando su contenido
• Carecer de una fe viva en Dios depositando la confianza en otras personas
• Carecer de un amor genuino por las personas por indiferencia o negligencia
• Carecer de honestidad en todas las cosas tanto dentro como fuera de la iglesia

Porque llevamos el nombre de Dios, nuestra vida y testimonio deben reflejar su verdad y santidad. La credibilidad de nuestra misión depende de la integridad de nuestro mensaje y de la integridad de quienes lo proclaman.

Reflexión:

¿De qué manera puede contribuir a que el testimonio de su iglesia refleje verdaderamente la integridad del evangelio que proclamamos?

Oración:

Señor, purifica mi corazón y nuestra iglesia, para que nuestras vidas coincidan con el mensaje de tu cruz.