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30 Días en Los Salmos

DÍA 4 DE 30

Día 4: Salmo 15

Señor, ¿quién puede vivir en tu templo? ¿Quién puede habitar en tu santo monte? (Sal. 15:1 RVC). El Salmo 15 abre con un grito apasionado de un adorador que está profundamente consciente de la santidad de Dios y profundamente consciente de la corrupción del pecado en los seres humanos. En este grito hay reconocimiento del que, sin la intervención de gracia de parte de Dios mismo, ningún ser humano podría morar en la Presencia santa. Así que esta oración abre con una honestidad radical y desesperada, anticipando la respuesta: “¡Nadie puede hacerlo!” Como Jesús diría después: "Nadie es bueno sino solo Dios" (Marcos 10:18).

El resto del Salmo 15 es el grito de deleite de un adorador que ha descubierto que es posible morar en la presencia santa de Dios. Es posible que un ser humano sea santificado (hecho santo), para que él o ella entre en la presencia del Señor en su monte santo (v. 1). El resto de las Escrituras dejan en claro que esta obra santificadora no es algo que nosotros podemos hacer por nosotros mismos; no se trata de “un esfuerzo más” ni es un asunto de “hacer mejor” simplemente por nuestras propias fuerzas. Lo que el apóstol Pablo describe como “hacer morir los hechos de la naturaleza pecaminosa” es posible solo por la presencia del Espíritu Santo en la vida de un creyente (Rom. 8:13).

Cuando esto sucede, los ciudadanos del reino reflejan más y más el carácter de su Rey. En Levítico, se expresa así: "Sean santos, porque Yo soy santo" (Lev. 11:44 NBLA). En el Salmo 15, ese “parecido familiar” de la santidad se describe en términos de cómo los ciudadanos del reino—los que están orando—actúan en relación con otras personas. La santidad se llama “vivir sin mancha” y “hacer lo justo y correcto”. Esto incluye su manera de hablar con otros y de otros: hablan la verdad desde corazones sinceros, rehúsan participar en el chisme, y no usan la lengua (¡ni sus teclados!) para dañar a sus amigos o desacreditar al prójimo (vv. 2–3). No ofrecen admiración o respeto a los que pecan flagrantemente contra el Señor, sino que honran a los seguidores fieles de Dios. Cumplen sus promesas aun cuando esto les cause dolor (v. 4). No se aprovechan económicamente del prójimo; la generosidad y la honestidad caracterizan todos sus negocios (v. 5a).

El salmo concluye con el grito confiado del adorador que se ha sometido a la obra santificadora del Espíritu Santo. “Esa gente permanecerá firme (en la presencia del Señor, en su monte santo) para siempre” (v. 5b).

¡Hoy es un buen día para invitar al Espíritu Santo a hacer de ti esa clase de persona!

Acerca de este Plan

30 Días en Los Salmos

La mayoría de las Escrituras son la palabra de Dios dada a los seres humanos, pero el Libro de los Salmos registra palabras humanas dirigidas a Dios. Estas oraciones y canciones muestran a personas de fe decididas a mantenerse conectadas a Dios sin importar sus circunstancias. La confesión, el lamento, el ruego, la acción de gracias, la alabanza—todos los elementos de nuestra relación con Dios están presentes. Los 150 salmos se dividen en cinco “libros”; durante estos 30 días, vamos a contemplar y orar seis salmos de cada libro. Todos dirigirán nuestra mirada al Dios que nos ama.

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Nos gustaría agradecer a One Mission Society por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: onemissionsociety.org