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Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimen

DÍA 8 DE 30

Isaac (el abuelo)

Después de que Isaac creció, se casó con Rebeca, que también era estéril. Dios se le apareció a Isaac y le recordó la promesa que le hizo a su padre, Abraham, e incluyó a Isaac en la promesa también.

Isaac repitió los errores de su padre y mintió sobre que Rebeca era su esposa por miedo a perder su vida. La historia se pone aún más interesante cuando conocemos el lado de la familia de Rebeca, en particular su hermano, Labán, un engañador mentiroso sin escrúpulos.

Después de veinte años de matrimonio, Rebeca quedó embarazada de gemelos. Dios le dijo que el mayor (Esaú) serviría al más joven (Jacob) y Rebeca hizo lo mismo que Sara al intentar autocumplir la promesa. Ella animó a Jacob (quien ya había engañado a su hermano Esaú para que le diera su primogenitura como el hijo mayor) a engañar a su padre Isaac, que estaba perdiendo la vista, vistiéndose como Esaú para obtener la bendición que los hijos mayores recibían de sus padres.

Esaú se enojó tanto por esto que quiso matar a Jacob. En respuesta, Rebeca ayudó a Jacob a escapar a la tierra del tío Labán. En su camino, Dios se le apareció a Jacob en un sueño y le recordó la promesa que le había hecho a Abraham, y le extendió esa promesa a él, tal como lo había hecho con su padre Isaac.

Me pregunto por qué Dios les dio la misma promesa una y otra vez. Creo que, en parte, fue porque después de todas las cosas por las que pasaron y los líos en los que se metieron, podrían haber asumido que la promesa podría ser nula o ya no aplicable. Pero Dios no está limitado por nuestros errores. Él es capaz y poderoso para obrar a través, alrededor y a pesar de nuestras “metidas de patas”. Sus propósitos mundiales son mucho más grandes, no serán detenidos por simples humanos.

Jacob (el padre)

En la casa de Labán, Jacob se enamoró de su prima Raquel y accedió a trabajar para Labán durante siete años a cambio de su mano en matrimonio. Aquí es donde el drama alcanza niveles de telenovela. Después de siete años, que le parecieron sólo unos pocos días a Jacob porque la amaba tanto (Génesis 29:20, RVR1960), Labán le hizo una horrible trampa a Jacob el día de su boda: le dio a su hija mayor, Lea, en lugar de a Raquel.

No sabemos exactamente cómo lo lograron, pero deben haber engañado a Raquel y mantenerla encerrada en una habitación lejos de la boda. ¡Imagina lo traumático que debió ser para ella! Después de esperar siete años para casarse, era Lea la que estaba en los brazos de Jacob en lo que debía ser su luna de miel.

Lea sabía que Jacob estaba enamorado de su hermana, sin embargo, asintió con la cabeza su “Sí, acepto”, bailando y celebrando durante la fiesta, desempeñando su papel sin tener en cuenta los sentimientos de Raquel.

¿Cómo evitaron que Jacob se diera cuenta de que los ojos y la voz detrás del velo no eran los de Raquel? Probablemente emborracharon a Jacob y le dijeron a Lea que se quedara callada, porque Jacob no se dio cuenta de que no era Raquel hasta la mañana siguiente... ¡qué horror!

Labán tenía que ser un hombre muy despiadado para hacerle eso a sus hijas. Jacob estaba furioso. Labán justificó su engaño con la excusa de que primero necesitaba casar a la hija mayor, ¡lo cual podría haber mencionado en algún momento durante esos siete años! Pero no hay problema, Jacob, también puedes tener a Raquel si terminas tu luna de miel con Lea y trabajas para tu maravilloso suegro otros siete años. Fácil.

Como si las cosas no pudieran empeorar, Jacob no solo tenía dos esposas/hermanas, sino que Raquel, la que amaba, era estéril. Esto desencadenó unas "guerras de bebés" terriblemente tristes entre las hermanas. Lea tenía hijos a granel, pero Raquel no tenía ninguno. Entonces, de la misma manera que Sara encontró una madre sustituta para Abraham, Raquel le dio su sierva Bilha a Jacob, para que ella tuviera hijos en nombre de Raquel. Esto no le pareció bien a Lea, quien tomó a su sierva, Zilpa, y se la dio a Jacob para que ella pudiera tener más hijos a través de ella. Jacob no era inocente en todo esto; él pudo haberse negado.

Imagina la tensión entre esas cuatro mujeres; comparándose, celosas la una de la otra, discutiendo todos los días y luchando por la atención de Jacob. Su autoestima estaba profundamente ligada al cariño de un hombre y a su capacidad para tener hijos. La dinámica familiar era explosiva.

Unos miserables años después, había 10 hijos y una hija entre tres de las mujeres. La cantidad de drama en los capítulos 29 y 30 es suficiente material para producir una serie de televisión que dejaría a todos boquiabiertos incluso en nuestros tiempos modernos. Finalmente, Raquel, la esposa amada, quedó embarazada y le dio un hijo a Jacob. ¿Puedes adivinar quién? Bingo. Era José.

Después de 20 años, Dios se le apareció a Jacob y le dijo que regresara a casa. Así que Jacob partió con sus cuatro esposas, hijos y ganado. Esaú (el hermano gemelo ofendido) se enteró de que Jacob venía y salió a su encuentro en compañía de 400 hombres, básicamente un pequeño ejército.

Jacob entró en pánico cuando escuchó que Esaú venía. Recuerda, Esaú quería matarlo la última vez que se vieron, así que Jacob asumió que Esaú probablemente estaba enojado, lo cual debía ser la razón por la cual se acercaba con un batallón.

Pero había una sorpresa para Esaú: Jacob ya no era el hombre que su hermano recordaba. El tío Labán le dio a probar de su propia medicina; pagó el precio de la trampa y el engaño. Tuvo 20 años para reconsiderar sus acciones y las consecuencias de sus muchas malas decisiones.

Incluso con todos sus defectos, Jacob reconoció que Dios, el Dios de su padre y abuelo, estaba con él. Las palabras en el capítulo 32, versículos 9-12, revelan la transformación de un hombre que, un par de décadas antes, se disfrazó para engañar a su padre y obtener la bendición de Dios.

Jacob envió cientos de animales y regalos a Esaú y, a medida que se acercaba, dividió su campamento en dos grupos por seguridad: si Esaú atacaba el primer campamento, el otro campamento tenía la oportunidad de huir.

Aquí es donde nos encontramos con un versículo clave que creo que nos ayuda a entender mejor la relación entre José y sus hermanos en el capítulo 37.

"Cuando Jacob alzó la vista y vio que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lea, Raquel y las dos esclavas. Al frente de todos colocó a las criadas con sus hijos, luego a Lea con sus hijos y, por último, a Raquel con José." (Génesis 33:1, 2 NVI).

Ese debe ser uno de los momentos más tristes en la historia de esta familia. Cada vez queda más claro por qué los hermanos de José lo odiaban tanto. Imagina ese momento desde la perspectiva de los niños. Debieron haber estado aterrorizados al presenciar la conmoción y los intentos de Jacob por mantenerlos a salvo. Pero luego, su padre hizo algo que les rompió los tiernos corazones: los alineó. Podría haberlos enviado a TODOS lejos, haberlos escondido a TODOS en una cueva, o simplemente haberlos JUNTADOS a TODOS en un grupo. En cambio, los alineó en lo que parecía ser el orden de preferencia. Estaba preparado para dejar que Esaú se llevara a las siervas y a sus hijos primero, seguidos de Lea y sus hijos, para salvar a Raquel y a José, quienes con suerte tendrían tiempo de escapar. Si yo hubiera sido uno de esos niños, habría recordado esa noche por el resto de mi vida. Evidentemente, alguien lo recordó porque incluyeron el detalle en la narración.

Afortunadamente, Esaú también era un hombre diferente y su intención (ya sea influenciada o no por los regalos de Jacob) no era hacerle daño a Jacob y su familia, sino darles la bienvenida. No hubo peleas ni muertes esa noche, pero sí corazones heridos que luego derivarían en odio hacia su propia sangre. Esta fue una gran revelación que abrió mis ojos para percibir nuevas dimensiones en la historia. Mañana, hablaremos del propósito de Dios y los patrones en la familia.

Acerca de este Plan

Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimen

Usando la historia de José como base, Rasgado aborda la lucha por reconciliar el amor de Dios con el dolor. Si nos ama, ¿por qué permite que otros nos lastimen? Este plan nos enseña cómo volver a tener esperanza e intimidad con Dios a pesar del sufrimiento, cómo confiar en Sus planes y poder para redimir nuestras historias, tener éxito en la tierra de nuestro aflicción y olvidar, fructificar y perdonar. Es una adaptación del libro en inglés "Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimen" de Karenlie Riddering.

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Nos gustaría agradecer a Apertura812 por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: karenlie.wixsite.com/apertura