¿Qué Nos Pasó En El Edén?- Psicología De La CaídaMuestra

NO TENEMOS QUE ELEGIR

De la misma forma que no tenemos que elegir entre si somos iguales o diferentes, porque somos ambas cosas a la luz de los relatos de la Creación, tampoco tenemos que escoger con cuál de ambas narrativas del Génesis nos quedamos.

• Se nos han dado ambas para aprovecharlas.
• Son iguales en lo que son iguales
• y complementarias (por tanto, distintas) en lo que lo son también.

Puede resultar tentador obviar a conveniencia una de ambas–o ciertos aspectos de ellas– según la posición que se pretenda defender al respecto de la relación entre hombre y mujer, pero esto solo será modus operandi en quien pretenda ajustar el texto a su propio criterio, y no dar lugar a que sea Dios, con su Palabra, el que hable.

Cuando somos respetuosos y temerosos de Él, no podemos hacer tal cosa.

Desde ese primer relato vemos a dos seres en lo que parece ser plena «igualdad complementaria»:

• distintos por esa complementariedad, (obvia biológicamente en muchos sentidos),
• pero «de la misma pasta», como veremos también de forma indubitable allí,
• con total presencia de la imagen y semejanza de Dios en ambos,
• y que se relacionan de manera igualitaria,
• ejerciendo conjuntamente el encargo de su Creador sobre la creación.

Nada hasta aquí nos hace pensar en jerarquía o liderazgo unilateral, sino algunos elementos extraídos del segundo relato e interpretados de esa forma. Tampoco vemos roles.

Esa complementariedad que portan dentro de la igualdad les ha de permitir desempeñar el encargo que han recibido directamente de Dios, a saber:

• fructificar, multiplicarse y llenar la tierra (como se indicó al resto de seres vivientes),
• pero con el añadido particular de sojuzgar y gobernar la Creación, algo que el resto no hace.
• Habrán de cumplirlo conforme a lo que Dios les provee para ello, en el orden, tiempo, lugar y circunstancia concreta en que se produce esa entrega de recursos y dones, a él como hombre, a ella como mujer, y cada uno además con talentos, capacidades y personalidades individuales distintos que les permitirán ayudarse mutuamente en lo que al otro le falta, sea cual sea su género.

Me recuerda a aquel señor que da a sus tres siervos conforme a su capacidad una serie de talentos y espera de ellos que los pongan en movimiento y los fructifiquen, para traerle cada cual, finalmente, el resultado de su trabajo. Pero de eso hablaremos en breve.