Caminando Juntos: Hombres Y Mujeres Construyendo en UnidadMuestra

LA IMPORTANCIA DE LA UNIDAD

Si en algo Jesús fue enfático en el momento de ir aproximándose al final de su ministerio en la tierra fue en la importancia de ser uno, como Dios es uno. Sería de esa manera, y por la forma de amarnos, que el mundo sabría que somos sus discípulos y, sin embargo, esa sigue siendo una de nuestras grandes asignaturas pendientes como pueblo de Dios.

No manejamos pocas controversias como cristianos, pero hay una que nunca dejó (ni dejará, estoy segura) de resonar con fuerza entre nosotros, y es la que sigue alimentando el debate entre cuál es la lectura bíblica respecto al hombre, la mujer y sus igualdades y diferencias.

Parto en esta y cualquier otra de mis reflexiones bíblicas de una realidad que creo que ha de ser inapelable, sea cual sea nuestra postura sobre cualquier tema. Dicho de otra forma, creo que en esto podríamos y deberíamos estar todos de acuerdo:

La palabra de Dios no falla, pero las interpretaciones sí lo hacen. De ahí que, desde este lado del sol, nadie puede decir con total certeza que su interpretación sea la correcta (yo tampoco), sino que a la luz del conocimiento que el Señor nos da, y desde la más absoluta humildad, creemos que la Palabra dice «esto» o «aquello».

Como pueblo redimido, hemos superado buena parte de algunas de las dificultades más increíbles: la que separaba judíos y gentiles, la que distanciaba a señores y esclavos... pero la que tiene que ver con hombre y mujer, incluso estando como estamos en Cristo, sigue «coleando» con más beligerancia cada vez. Y es que Dios ya nos anticipó muy claramente tras la caída que las consecuencias de nuestro pecado serían las que allí se describen, y eso no va a erradicarse por completo hasta que llegue el Señor de nuevo en gloria.

Sin embargo, como hijos de luz estamos llamados a la búsqueda de la verdad, que nos hace libres, a abordarla desde el amor, sean cuales sean las diferencias entre nosotros, para llegar a algo que el Señor pueda llamar bueno, justo y recto delante de Él, nuestra mejor ofrenda posible.

Entre hombres y mujeres no hemos llegado a ese punto todavía. Es evidente en los matrimonios, las familias, la sociedad... y también en la iglesia.

Sin embargo, seguimos siendo llamados a la unidad, como Él mostró que es uno, aunque en varias personas.