1 REYES 2
2
Testamento y muerte de David
1Sintiéndose próximo a la muerte, David dio a su hijo Salomón estas instrucciones:
2—Yo estoy a punto de morir. Sé fuerte y pórtate con valor.#Jos 23,14 (ver Dt 17,18-20). 3Sigue las instrucciones del Señor tu Dios, caminando por sus sendas y observando sus preceptos, mandatos, decretos y normas, como están escritos en la ley de Moisés. Así tendrás éxito en todas tus empresas y proyectos 4y el Señor cumplirá la promesa que me hizo: «si tus hijos cuidan su conducta y actúan sinceramente ante mí, con todo su corazón y todo su ser, no te faltarán descendientes en el trono de Israel».#2 Sm 3,26-27; 7,12-16; 20,10.
5Ya sabes, además, lo que me hizo Joab, el hijo de Seruyá, con los dos jefes del ejército de Israel: Abner, el hijo de Ner, y Amasá, el hijo de Jéter; y cómo los asesinó, derramando sangre de guerra en tiempos de paz y salpicando de sangre inocente su ropa y sus sandalias. 6Actúa como te dicte tu prudencia, pero no lo dejes ir tranquilamente al otro mundo. 7Trata, en cambio, con generosidad a los hijos de Barzilay, el galaadita, e invítalos a tu mesa, pues también ellos me socorrieron cuando huía de tu hermano Absalón.#2 Sm 16,5-8; 17,27-29; 19,17-24.32-33. 8Ahí tienes también a Simeí, el hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín: me maldijo con saña cuando me dirigía a Majanáin, pero salió a recibirme al Jordán y le tuve que jurar por el Señor que no lo mataría. 9Ahora, no lo dejes impune, pues tú eres un hombre sabio y sabrás lo que tienes que hacer con él para mandarlo manchado de sangre al otro mundo.
10David murió y fue enterrado en la ciudad de David.#1 Cr 29,26-28. 11Reinó sobre Israel durante cuarenta años: siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.
Consolidación del reino y represalias de Salomón
12Salomón se sentó en el trono de su padre David y su reino quedó consolidado.
13Adonías, el hijo de Jaguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón, y ella le preguntó:
—¿Vienes en son de paz?
Adonías respondió:
—Sí.
14Luego añadió:
—Tengo algo que decirte.
Ella le contestó:
—Dilo.
15Entonces Adonías dijo:
—Tú sabes que la realeza me correspondía a mí y que todo Israel esperaba que yo fuera rey; pero las cosas se torcieron y la realeza fue a parar a mi hermano, porque el Señor se la había destinado. 16Pues bien, ahora solo quiero pedirte un favor; no me lo niegues.
Ella le respondió:
—Habla.
17Él le dijo:
—Pídele al rey Salomón un favor, que él no te negará: que me dé por esposa a Abisag, la sunamita.
18Betsabé le respondió.
—Está bien. Yo hablaré al rey de tu parte.
19Betsabé fue a ver al rey Salomón para hablarle de Adonías. El rey se levantó para recibirla y le hizo una reverencia. Luego se sentó en su trono y mandó poner otro trono para su madre. Ella se sentó a su derecha 20y le dijo:
—Quiero pedirte un pequeño favor que, espero, no me negarás.
El rey le respondió:
—Madre, pídelo, que no te lo negaré.
21Ella le dijo:
—Dale a tu hermano Adonías por esposa a Abisag, la sunamita.
22Pero el rey Salomón respondió a su madre:
—¿Cómo es que me pides a Abisag, la sunamita, para Adonías? ¡Podías pedirme también la realeza para él, puesto que es mi hermano mayor y tiene de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab, el hijo de Seruyá!
23Luego el rey Salomón juró por el Señor:
—¡Que Dios me castigue, si a Adonías no le cuesta la vida haber hecho esa petición! #1 Sm 3,17+; 2 Sm 7,11-16. 24¡Juro por el Señor, que me ha asentado firmemente en el trono de mi padre David y que me ha dado una dinastía, como había prometido, que hoy mismo morirá Adonías!
25Entonces el rey Salomón envió a Benaías, el hijo de Joyadá, para que lo ejecutara, y Adonías murió.
26En cuanto al sacerdote Abiatar, el rey le dijo:
—¡Márchate a Anatot, a tus tierras! Estás condenado a muerte, pero hoy no voy a matarte, ya que llevaste el Arca del Señor Dios, delante de mi padre David y lo acompañaste en todas sus desgracias.
27Y Salomón destituyó a Abiatar de su cargo de sacerdote del Señor, cumpliendo la sentencia que el Señor había pronunciado contra la casa de Elí en Siló.
28Cuando le llegó la noticia a Joab, que había apoyado a Adonías, aunque no a Absalón, huyó al santuario del Señor y se refugió al amparo del altar.#1,50+; 2,5 (ver Ex 21,14). 29Cuando informaron al rey Salomón de que Joab había huido a la Tienda del Señor y que estaba junto al altar, Salomón envió a decir#2,29: envió a decir: El hebreo suprime por error el texto comprendido entre «envió a decir (a Joab)» y «(envió a decir) a Benaías», que la versión griega ha conservado. a Joab:
—¿Qué te pasa, que has huido al altar?
Y Joab respondió:
—Tuve miedo de ti y he huido junto al Señor.
Entonces el rey Salomón envió a decir a Benaías, hijo de Joyadá:
—Ve a matarlo.
30Benaías llegó al santuario del Señor y le dijo:
—El rey te ordena que salgas.
Joab respondió:
—No. Moriré aquí.
Benaías volvió a transmitir al rey la respuesta de Joab 31Entonces el rey le ordenó:
—Haz lo que dice: mátalo y entiérralo. Así nos limpiarás a mí y a la familia de mi padre de la sangre inocente derramada por Joab 32y el Señor le hará responsable de haber matado a dos hombres más justos y mejores que él: Abner, el hijo de Ner, capitán del ejército de Israel, y Amasá, el hijo de Jéter, capitán del ejército de Judá, a quienes asesinó sin que mi padre lo supiese. 33¡Que Joab y sus descendientes sean por siempre responsables de ambas muertes! ¡Y que la paz del Señor acompañe a David, a su descendencia y a su trono!
34Benaías, el hijo de Joyadá, fue a ejecutar a Joab. Lo mató y lo enterró en su propiedad, en el desierto. 35Luego el rey puso a Benaías, el hijo de Joyadá, al frente del ejército, en lugar de Joab; y al sacerdote Sadoc, en lugar de Abiatar.
36Más tarde, el rey mandó llamar a Simeí y le dijo:
—Hazte una casa en Jerusalén y quédate allí sin salir a ningún sitio.#2 Sm 16,5-13; 2 Re 2,8-9. 37Porque el día que salgas y cruces el torrente Cedrón, ten por seguro que irremediablemente morirás y tú serás el responsable.
38Simeí respondió al rey:
—Está bien. Tu servidor hará como dice mi señor, el rey.
Simeí estuvo viviendo en Jerusalén mucho tiempo. 39Pero, al cabo de tres años, se le escaparon dos esclavos y se fueron con Aquís, el hijo de Maacá, rey de Gat. Cuando informaron a Simeí de que sus esclavos estaban en Gat, 40él aparejó su burro, marchó a Gat, donde se encontraba Aquís, a buscar a sus esclavos y se los trajo de allí. 41Cuando comunicaron a Salomón que Simeí había ido de Jerusalén a Gat, y que había vuelto, 42mandó llamar a Simeí y le dijo:
—¿No te hice jurar por el Señor y te advertí que el día que salieses y fueses a cualquier sitio podías tener la seguridad de que morirías irremediablemente, y tú me respondiste que estabas de acuerdo y que te dabas por avisado? 43¿Por qué no has cumplido lo que juraste por el Señor y la orden que te di?
44Y el rey añadió:
—Tú conoces perfectamente todo el daño que hiciste a mi padre David. Por eso el Señor hace recaer ahora tu maldad sobre ti. 45En cambio, el rey Salomón será bendecido y el trono de David permanecerá siempre firme ante el Señor.
46Entonces Salomón dio órdenes a Benaías, el hijo de Joyadá, que salió y lo mató. Y el reino se consolidó en manos de Salomón.
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La Palabra (BLPH) versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2010 Utilizada con permiso
1 Reyes 2
2
Últimas instrucciones de David a Salomón
1Cuando ya se acercaba el momento de morir, el rey David le dio el siguiente encargo a su hijo Salomón:
2«Yo voy camino al lugar donde todos partirán algún día. Ten valor y sé hombre. 3Cumple los requisitos del Señor tu Dios y sigue todos sus caminos. Obedece los decretos, los mandatos, las ordenanzas y las leyes que están escritos en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todo lo que hagas y dondequiera que vayas. 4Si lo haces, el Señor cumplirá la promesa que me hizo cuando me dijo: “Si tus descendientes viven como debe ser y me siguen fielmente, con todo el corazón y con toda el alma, siempre habrá uno de ellos en el trono de Israel”.
5»Además, tú ya sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, cuando mató a mis dos comandantes del ejército: a Abner, hijo de Ner, y a Amasa, hijo de Jeter. Él fingió que fue un acto de guerra, pero estábamos en tiempo de paz,#2:5a O Él los mató en tiempo de paz en venganza por las muertes que ellos habían provocado en tiempo de guerra. con lo cual manchó con sangre inocente#2:5b Así aparece en algunos manuscritos griegos y antiguos manuscritos latinos; en hebreo dice con sangre de guerra. su cinto y sus sandalias. 6Haz con él lo que mejor te parezca, pero no permitas que envejezca y vaya a la tumba en paz.#2:6 En hebreo no permitas que su cabeza blanca baje al Seol en paz.
7»Sé bondadoso con los hijos de Barzilai, de Galaad. Haz que sean invitados permanentes en tu mesa, porque ellos me cuidaron cuando yo huía de tu hermano Absalón.
8»Acuérdate de Simei, hijo de Gera, el hombre de Bahurim de la tribu de Benjamín. Él me maldijo con una maldición terrible cuando yo escapaba hacia Mahanaim. Cuando vino a verme al río Jordán, yo le juré por el Señor que no lo mataría; 9pero ese juramento no lo hace inocente. Tú eres un hombre sabio y sabrás cómo darle una muerte sangrienta#2:9 En hebreo cómo bajar su cabeza blanca al Seol con sangre.».
10Luego David murió y fue enterrado con sus antepasados en la Ciudad de David. 11David reinó en Israel durante cuarenta años, siete de ellos en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. 12Salomón lo sucedió y se sentó en el trono de David, su padre, y su reino se estableció firmemente.
Salomón establece su gobierno
13Cierto día Adonías, cuya madre era Haguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón.
—¿Vienes en son de paz? —le preguntó Betsabé.
—Sí —contestó él—, vengo en paz. 14Quiero pedirte un favor.
—¿De qué se trata? —le preguntó ella.
15Él contestó:
—Como sabes, el reino me correspondía a mí; todo Israel quería que yo fuera el siguiente rey. Pero todo cambió, y el reino pasó a mi hermano porque el Señor así lo quiso. 16Ahora solo tengo un favor que pedirte, no me lo niegues.
—¿De qué se trata? —preguntó ella.
17Él contestó:
—Habla con el rey Salomón de mi parte, porque yo sé que él hará cualquier cosa que tú le pidas. Dile que me permita casarme con Abisag, la muchacha de Sunem.
18—Está bien —respondió Betsabé—. Le hablaré al rey por ti.
19Entonces Betsabé fue a ver al rey para hablarle en nombre de Adonías. El rey se levantó de su trono para recibirla y se inclinó ante ella. Cuando volvió a sentarse en su trono, ordenó que trajeran un trono para su madre, y ella se sentó a la derecha del rey.
20—Tengo un pequeño favor que pedirte —le dijo ella—. Espero que no me lo niegues.
—¿De qué se trata, madre mía? —preguntó el rey—. Tú sabes que no te lo negaré.
21—Entonces permite que tu hermano Adonías se case con Abisag, la muchacha de Sunem —contestó ella.
22—¿Cómo es posible que tú me pidas que entregue a Abisag en matrimonio a Adonías? —preguntó el rey Salomón—. ¡Sería lo mismo que pedirme que le dé el reino! Tú sabes que él es mi hermano mayor y que tiene de su lado al sacerdote Abiatar y a Joab, hijo de Sarvia.
23Entonces el rey Salomón hizo un juramento delante del Señor diciendo:
—Que Dios me hiera e incluso me mate si Adonías no ha sellado su destino con esta petición. 24El Señor me ha confirmado y me ha puesto en el trono de David, mi padre; él ha establecido mi dinastía, tal como lo prometió. Por lo tanto, ¡tan cierto como que el Señor vive, Adonías morirá hoy mismo!
25Entonces el rey Salomón le ordenó a Benaía, hijo de Joiada, que lo ejecutara; y Adonías murió.
26Luego el rey dijo al sacerdote Abiatar: «Regresa a tu casa, en Anatot. Mereces morir, pero no voy a matarte ahora porque tú cargaste el arca del Señor Soberano para David, mi padre, y estuviste con él en todas sus dificultades». 27De ese modo Salomón expulsó a Abiatar del cargo de sacerdote del Señor, y así se cumplió la profecía que el Señor había dado en Silo acerca de los descendientes de Elí.
28Joab no se había unido anteriormente a la rebelión de Absalón, pero sí se había sumado a la rebelión de Adonías. Así que, al enterarse de la muerte de Adonías, corrió a la carpa sagrada del Señor y se agarró de los cuernos del altar. 29Cuando se lo informaron al rey, Salomón mandó a Benaía, hijo de Joiada, a ejecutarlo.
30Benaía fue a la carpa sagrada del Señor y le dijo a Joab:
—¡El rey te ordena que salgas!
Pero Joab respondió:
—No, aquí moriré.
Entonces Benaía regresó a ver al rey y le informó lo que Joab había dicho.
31«Haz lo que él pide —respondió el rey—. Mátalo allí, junto al altar, y entiérralo. Así se borrará de la familia de mi padre la culpa de los asesinatos sin sentido que cometió Joab. 32El Señor le cobrará#2:32 En hebreo le hará volver su sangre sobre su cabeza por. las muertes de dos hombres que eran más justos y mejores que él, ya que mi padre no sabía nada de las muertes de Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Israel, y de Amasa, hijo de Jeter, comandante del ejército de Judá. 33Que Joab y sus descendientes sean por siempre culpables de la sangre de ellos, y que el Señor conceda paz a David, a sus descendientes, a su dinastía y a su trono para siempre».
34Entonces Benaía, hijo de Joiada, volvió a la carpa sagrada y mató a Joab, y fue enterrado junto a su casa en el desierto. 35Después, el rey nombró comandante del ejército a Benaía en lugar de Joab, y puso al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar.
36Luego el rey mandó llamar a Simei y le dijo:
—Construye una casa aquí en Jerusalén y vive en ella, pero no salgas de la ciudad por ningún motivo. 37Pues el día que salgas y pases el valle de Cedrón, ciertamente morirás, y tu sangre volverá sobre tu propia cabeza.
38Simei respondió:
—Tu sentencia es justa; haré todo lo que mi señor el rey mande.
Por lo tanto, Simei vivió en Jerusalén un largo tiempo.
39Sin embargo, tres años después, dos esclavos de Simei se fugaron a Gat, donde reinaba Aquis, hijo de Maaca. Cuando Simei supo dónde estaban, 40ensilló su burro y fue a Gat a buscarlos. Una vez que los encontró, los llevó de regreso a Jerusalén.
41Salomón se enteró de que Simei había salido de Jerusalén, que había ido a Gat y regresado. 42Así que el rey lo mandó llamar y le preguntó: «¿No te hice jurar por el Señor y te advertí que no salieras a ninguna parte, o de lo contrario, morirías? Y tú respondiste: “La sentencia es justa; haré lo que mandes”. 43Entonces, ¿por qué no cumpliste tu juramento al Señor ni obedeciste mi orden?».
44El rey también le dijo: «Seguramente recordarás todas las maldades que le hiciste a mi padre David. Que ahora el Señor traiga todo ese mal sobre tu cabeza; 45pero que yo, el rey Salomón, reciba las bendiciones del Señor, y que siempre haya un descendiente de David sentado en este trono, en presencia del Señor». 46Entonces, por orden del rey, Benaía, hijo de Joiada, llevó a Simei afuera y lo mató.
De ese modo, el reino quedó afianzado en manos de Salomón.
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