1 REYES 3
3
La sabiduría de Salomón (3,1‒5,14)
El sueño de Gabaón
(2 Cr 1,6b-13)
1Salomón emparentó con el faraón, rey de Egipto, casándose con una hija suya, a la que llevó a la ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el Templo del Señor y las murallas de Jerusalén.#7,8.
2En aquellos días, como aún no se había construido el Templo en honor del Señor, la gente seguía ofreciendo sacrificios en los santuarios locales.#1 Sm 9,12-13. 3Salomón amaba al Señor, siguiendo las instrucciones de su padre David. Sin embargo, también él subía a ofrecer sacrificios y a quemar incienso en los santuarios locales.
4El santuario principal estaba en Gabaón, y el rey fue allí a ofrecer mil víctimas en holocausto. 5Por la noche el Señor se apareció allí en sueños a Salomón y le dijo:
—Pídeme lo que quieras.
6Salomón respondió:
—Tú trataste a tu siervo, mi padre David, con especial favor, pues él actuó siempre ante ti con fidelidad, justicia y rectitud de corazón; además, le has mantenido ese especial favor dándole un hijo que hoy se sienta en su trono. 7Efectivamente, Señor Dios mío, tú has hecho rey a este tu siervo, como sucesor de mi padre David, aunque soy muy joven e inexperto. 8Tu siervo vive en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso, que no se puede contar ni calcular. 9Dale a tu siervo un corazón atento para gobernar a tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién es capaz de gobernar a un pueblo tan importante como el tuyo?*
10Al Señor le agradó que Salomón le pidiera eso 11y le dijo:
—Ya que me has pedido eso y no me has pedido larga vida, riquezas o la muerte de tus enemigos, sino inteligencia para administrar justicia, 12te concedo lo que me has pedido: un corazón sabio y prudente, como nadie lo ha tenido antes de ti ni lo tendrá después.#2 Re 5,26. 13Y te concedo también lo que no has pedido: riquezas y fama tales como no las tendrá rey alguno mientras tú vivas. 14Y si cumples mi voluntad y guardas mis instrucciones y mandatos, como hizo tu padre David, te daré larga vida.
15Salomón se despertó y comprendió que había sido un sueño. Luego volvió a Jerusalén, se presentó ante el Arca de la alianza del Señor, ofreció holocaustos y sacrificios de comunión e invitó al banquete a todos sus cortesanos.
Salomón, juez sabio
16Un día acudieron al rey dos prostitutas. Se presentaron ante él 17y una de ellas le dijo:
—Majestad, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Yo di a luz, estando ella en casa, 18y tres días después ella también dio a luz. Estábamos nosotras solas, no había nadie con nosotras en casa: solo estábamos nosotras dos. 19Una noche murió el hijo de esta mujer, porque se durmió encima de él. 20Entonces ella se levantó de noche y, mientras yo estaba dormida, tomó a mi hijo de mi lado, lo acostó a su lado y luego puso junto a mí a su hijo muerto. 21Cuando me levanté por la mañana a dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto. Pero a la luz del día lo observé atentamente y descubrí que ese no era el hijo que yo había dado a luz.
22La otra mujer replicó:
—¡No! Mi hijo es el vivo y el tuyo, el muerto.
Pero la primera insistía:
—¡No! Tu hijo es el muerto y el mío, el vivo.
Y se pusieron a discutir delante del rey. 23Entonces el rey dijo:
—Una dice: «Mi hijo es este, el que está vivo, y el tuyo es el muerto». Y la otra replica: «No, tu hijo es el muerto y mi hijo, el vivo».
24Y añadió:
—Tráiganme una espada.
Le llevaron una espada 25y el rey ordenó:
—Partan en dos al niño vivo y denle una mitad a una y la otra mitad a la otra.
26Entonces la madre del niño vivo, profundamente angustiada por su hijo, suplicó al rey:
—Majestad, denle a ella el niño vivo. ¡No lo maten!
La otra, en cambio, decía:
—¡Ni para ti ni para mí! ¡Que lo partan!
27Entonces el rey sentenció:
—Denle a aquella mujer el niño vivo y no lo maten, porque esa es su madre.
28Al enterarse de la sentencia que había dictado el rey, todo Israel sintió respeto por él, pues comprendieron que estaba dotado de una sabiduría excepcional para hacer justicia.
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La Palabra (BLPH) versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2010 Utilizada con permiso
1 Reyes 3
3
Salomón pide sabiduría
1Salomón hizo una alianza con el faraón, rey de Egipto, y se casó con una de sus hijas. Se la llevó a vivir a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del Señor y la muralla que rodeaba la ciudad. 2En ese tiempo, el pueblo de Israel sacrificaba sus ofrendas en los lugares de culto de la región, porque todavía no se había construido un templo en honor al nombre del Señor.
3Salomón amaba al Señor y seguía todos los decretos de su padre David; sin embargo, él también ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares de culto de la región. 4El más importante de esos lugares de culto se encontraba en Gabaón; así que el rey fue allí y sacrificó mil ofrendas quemadas. 5Esa noche, el Señor se le apareció a Salomón en un sueño y Dios le dijo:
—¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré!
6Salomón contestó:
—Tú mostraste gran y fiel amor hacia tu siervo David, mi padre, un hombre transparente y leal, quien te fue fiel. Hoy sigues mostrándole este gran y fiel amor al darle un hijo que se siente en su trono.
7»Ahora, oh Señor mi Dios, tú me has hecho rey en lugar de mi padre, David, pero soy como un niño pequeño que no sabe por dónde ir. 8Sin embargo, aquí estoy en medio de tu pueblo escogido, ¡una nación tan grande y numerosa que no se puede contar! 9Dame un corazón comprensivo para que pueda gobernar bien a tu pueblo, y sepa la diferencia entre el bien y el mal. Pues, ¿quién puede gobernar por su propia cuenta a este gran pueblo tuyo?
10Al Señor le agradó que Salomón pidiera sabiduría. 11Así que le respondió:
—Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia y no has pedido una larga vida, ni riqueza, ni la muerte de tus enemigos, 12¡te concederé lo que me has pedido! Te daré un corazón sabio y comprensivo, como nadie nunca ha tenido ni jamás tendrá. 13Además, te daré lo que no me pediste: riquezas y fama. Ningún otro rey del mundo se comparará a ti por el resto de tu vida. 14Y si tú me sigues y obedeces mis decretos y mis mandatos como lo hizo tu padre David, también te daré una larga vida.
15Entonces Salomón se despertó y se dio cuenta de que había sido un sueño. Volvió a Jerusalén, se presentó delante del arca del pacto del Señor y allí sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Luego invitó a todos sus funcionarios a un gran banquete.
Salomón juzga con sabiduría
16Tiempo después, dos prostitutas fueron a ver al rey para resolver un asunto. 17Una de ellas comenzó a rogarle: «Ay, mi señor, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Ella estaba conmigo en la casa cuando yo di a luz a mi bebé. 18Tres días después, ella también tuvo un bebé. Estábamos las dos solas y no había nadie más en la casa.
19»Ahora bien, su bebé murió durante la noche porque ella se acostó encima de él. 20Luego ella se levantó a la medianoche y sacó a mi hijo de mi lado mientras yo dormía; puso a su hijo muerto en mis brazos y se llevó al mío a dormir con ella. 21A la mañana siguiente, cuando quise amamantar a mi hijo, ¡el bebé estaba muerto! Pero cuando lo observé más de cerca, a la luz del día, me di cuenta de que no era mi hijo».
22Entonces la otra mujer interrumpió:
—Claro que era tu hijo, y el niño que está vivo es el mío.
—¡No! —dijo la mujer que habló primero—, el niño que está vivo es el mío y el que está muerto es el tuyo.
Así discutían sin parar delante del rey.
23Entonces el rey dijo: «Aclaremos los hechos. Las dos afirman que el niño que está vivo es suyo, y cada una dice que el que está muerto pertenece a la otra. 24Muy bien, tráiganme una espada». Así que le trajeron una espada.
25Luego dijo: «¡Partan al niño que está vivo en dos, y denle la mitad del niño a una y la otra mitad a la otra!».
26Entonces la verdadera madre del niño, la que lo amaba mucho, gritó: «¡Oh no, mi señor! ¡Denle el niño a ella, pero, por favor, no lo maten!».
En cambio, la otra mujer dijo: «Me parece bien, así no será ni tuyo ni mío; ¡divídanlo entre las dos!».
27Entonces el rey dijo: «No maten al niño; dénselo a la mujer que desea que viva, ¡porque ella es la madre!».
28Cuando el pueblo se enteró de la decisión que había tomado el rey, todos en Israel quedaron admirados porque reconocieron la sabiduría que Dios le había dado para impartir justicia.
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Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, copyright © 2010 by Tyndale House Foundation. Used by permission of Tyndale House Publishers, a Division of Tyndale House Ministries, Carol Stream, Illinois 60188. All rights reserved.