Del Afán a La Transformación: 5 Días Con MartaSample

En la quietud de su presencia encontramos el verdadero propósito de nuestro servicio.

En este pasaje encontramos una escena que muchos podemos reconocer en nuestra vida diaria: Marta, una mujer dedicada y servicial, recibe a Jesús en su hogar con gran entusiasmo. Su corazón está lleno de deseos de servir al maestro, de asegurarse que todo esté perfecto para tan distinguido invitado; sin embargo, en medio de su afán por servir, algo crucial se pierde en el camino.

Mientras las ollas hierven en la cocina y limpia el polvo de cada rincón, María, su hermana, ha encontrado su lugar a los pies de Jesús. El contraste es notable: Marta se mueve frenéticamente de un lado a otro y su mente está dividida entre mil tareas, mientras María permanece quieta, absorta en cada palabra del maestro.

El afán de Marta no es malo en sí mismo porque su deseo de servir nace de un corazón generoso. Pero su error radica en permitir que las preocupaciones por «hacer» eclipsen la importancia de «estar». En su prisa por servir a Jesús, paradójicamente se aleja de Él; las manos de Marta están ocupadas, pero su corazón es distante.

¿Cuántas veces nos encontramos en una situación similar? Vivimos en una sociedad que valora la productividad por encima de todo. Nuestros días están llenos de tareas pendientes, reuniones, responsabilidades y compromisos. Incluso nuestro servicio en la iglesia puede convertirse en una lista interminable de actividades que, aunque buenas, nos alejan de la intimidad con Cristo.

En este momento de reflexión, es importante recordar que Jesús no condenó el servicio de Marta. El problema no era su actividad, sino su actitud. El afán había nublado su perspectiva y olvidó lo valiosa que es la presencia de Cristo.

• Aprende: Examina tu corazón hoy y responde:
  ¿Qué actividades, aunque buenas, están robando tu atención de Jesús?
  ¿Cómo las múltiples ocupaciones han afectado tu tiempo de intimidad con Dios?
  Haz una lista de las distracciones que más te alejan de tu tiempo con Él.
• Vive: Dedica hoy quince minutos de silencio absoluto en la presencia de Dios. No hables, solo escucha. Pon tu lista de pendientes a un lado y concéntrate únicamente en estar con Él. Intenta hacer esto antes de comenzar tus actividades diarias.
• Lidera: Comparte con tu familia o grupo pequeño cómo el afán ha afectado tu vida espiritual. Anima a otros a encontrar momentos de quietud con Dios en medio de sus ocupadas rutinas. Sé un ejemplo de cómo priorizar el tiempo con Dios.

Oración
Señor Jesús, perdóname por las veces que he permitido que el afán me aleje de ti. Enséñame a encontrar el equilibrio entre servir y estar en tu presencia. Ayúdame a valorar más los momentos contigo que todas mis actividades. Que mi corazón encuentre su verdadero descanso a tus pies. En tu nombre, amén.