Amada, No OlvidadaSample

Día 1 – El Dios que Me Ve
Versículo Base (NTV)
“Después usó el nombre de El Roi, que significa ‘Tú eres el Dios que me ve’…” – Génesis 16:13.
A veces la vida te deja en un desierto como el de Agar: sola, incomprendida y huyendo del dolor. No siempre huyes por rebeldía; a veces huyes porque ya no puedes más. Porque las palabras duelen, las miradas pesan, y el corazón se siente exhausto de intentar pertenecer. En ese mismo lugar donde parece que nadie te nota, donde los días son largos y el silencio grita, Dios te llama por tu nombre.
Él no ignora tus lágrimas ni tus silencios; los convierte en encuentros. Cada lágrima derramada en lo secreto es vista por Aquel que habita en lo alto, pero también camina contigo en el polvo del camino. Dios no necesita que grites para escucharte; Él ve el suspiro que no logras pronunciar.
Agar no era la protagonista de la historia, ni la elegida por Abraham. Era la sierva, la extranjera, la que no encajaba. Fue maltratada, expulsada, invisibilizada. Sin embargo, fue precisamente a ella, no a Sara, no a Abraham a quien Dios se apareció y le reveló uno de Sus nombres más tiernos: El Roi, “El Dios que me ve”.
Eso cambia todo. Porque cuando te sientes invisible, Dios te recuerda que te tiene en Su vista. No te ve como un número más, ni como una historia fallida; te ve como una hija amada, una obra en proceso, una historia escrita con intención eterna. Él te ve cuando sonríes ocultando el cansancio, cuando sirves sin reconocimiento, cuando amas sin recibir lo mismo.
Dios no solo ve lo que haces, ve quién eres. Y aunque otros te pasen por alto, Él se detiene contigo. En una cultura que corre deprisa y valora solo los resultados visibles, Dios mira lo que está oculto: los procesos, las lágrimas, las decisiones que solo Él conoce. Su mirada no es de juicio, sino de ternura. No se posa sobre ti para señalar, sino para recordarte que perteneces.
Nada escapa a Su mirada amorosa; ni tu dolor, ni tus pasos, ni tu historia. Él ve cuando te esfuerzas por mantenerte firme, cuando luchas contra pensamientos que nadie conoce, cuando escoges perdonar en lugar de endurecerte. Y en esos momentos en los que te sientes invisible, Él te ve más claramente que nunca.
Cuando Agar se encontró con Dios, no solo recibió consuelo, recibió identidad. Su encuentro con El Roi redefinió su historia. Ya no era sólo una sierva, ahora era una mujer que había sido vista por el Dios vivo. Y ese es el mismo Dios que te ve hoy. Él ve las partes de tu vida que otros ignoran. Él observa tus noches de insomnio, tus oraciones rotas, tus intentos de seguir adelante.
Quizás estás atravesando un desierto emocional, espiritual o familiar. Tal vez sientes que nadie entiende lo que estás viviendo. Pero si levantas la mirada, notarás que hay un pozo en medio del desierto. A veces, ese pozo se llama presencia, otras veces se llama Palabra, y muchas veces se llama gracia. Dios sigue apareciéndose en los lugares donde la esperanza parece haberse secado.
Recuerda: no fue Agar quien buscó a Dios; fue Dios quien buscó a Agar. Y desde aquel día, ese sigue siendo el orden divino. Dios siempre da el primer paso. Aun cuando te escondes, Él te busca. Aun cuando no sabes orar, Él te escucha. Y aun cuando crees que nadie te ve, Él te observa con amor.
Preguntas para Reflexionar
1. ¿Cuándo fue la última vez que sentiste que nadie te veía, pero Dios sí lo hizo?
2. ¿Cómo cambia tu perspectiva saber que Dios te ve incluso en tus desiertos
3. ¿Qué parte de tu historia necesita hoy ser vista y sanada por El Roi?
Aplicación:
Tómate un momento para escribir en un cuaderno tres situaciones recientes donde sentiste que nadie te comprendía o te valoraba. Luego, junto a cada una, escribe: “Dios me ve"
Lee Génesis 16:13 y repite en voz alta:
“Tú eres El Roi, el Dios que me ve"
Permite que esta verdad se convierta en tu afirmación diaria:
“Dios me ve, me escucha y está conmigo".
Cierra tus ojos y visualiza Su mirada sobre ti, no como la de un juez, sino como la de un Padre que observa con ternura a Su hija. Respira hondo. Su mirada no te condena, te sostiene. No te acusa, te abraza. Y mientras el mundo corre, Él se detiene, te llama por tu nombre, y te recuerda: “Aun aquí, en el desierto, yo te veo".
About this Plan

A veces te sientes invisible, como si tus oraciones se perdieran en el silencio. Pero Dios nunca te ha dejado de ver. Este plan te recordará que fuiste amada, no olvidada. Él te ve en el desierto, te recuerda en la espera y te llama por tu nombre. No importa cuánto tiempo haya pasado, Su amor sigue escribiendo tu historia con propósito y ternura.
More
Related Plans

Washed by the Word (New Testament)

Kingdom Marriages: A 5-Day Plan to Build a Christ-Centered Relationship

The God of Times and Seasons

And He Shall Be Called: Advent Devotionals, Week 4

Prayer: From Natural to Supernatural

Essentials for the New Year

Waiting for (Christ)mas

A Thrill of Hope

In Every Season: Trusting God in Life’s Transitions
