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Uno

DAY 6 OF 6

Día 6 – Faro

La unidad no es un destino, sino una forma de caminar. A lo largo de este devocional aprendimos que la unidad verdadera comienza en el corazón, pero está llamada a brillar hacia afuera, como un faro que guía a otros en medio de la oscuridad. Jesús oró por nosotros diciendo: “Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo” (Juan 17:18). Con estas palabras, nos recuerda que la comunión con Dios no nos encierra, sino que nos impulsa a la misión.

La unidad no es un fin en sí misma, sino la plataforma desde la cual la iglesia cumple su propósito. Una comunidad reconciliada con Dios se convierte en un puente para que otros también conozcan Su amor. Cuando los creyentes viven en armonía, su testimonio se vuelve creíble. Jesús lo dijo claramente: Que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me enviaste (Juan 17:21). La credibilidad del mensaje depende de la calidad de las relaciones entre quienes lo anuncian.

El libro de los Hechos muestra que la iglesia primitiva vivía esa unidad de forma visible: perseveraban juntos en oración, compartían lo que tenían, y el Señor añadía cada día a los que habían de ser salvos (Hechos 2:42-47). Esa “koinonía” o comunión fraternal trascendía los límites del templo. La solidaridad, el amor y la generosidad se convirtieron en señales luminosas para un mundo lleno de oscuridad. Así, la unidad se transformó en el lenguaje del Evangelio vivido.

En Hechos 13:2-3 leemos que mientras la iglesia en Antioquía adoraba y ayunaba, el Espíritu Santo los guió a enviar a Bernabé y a Saulo. La misión nació del acuerdo espiritual de una comunidad unida. La unidad y la misión están entrelazadas: una iglesia dividida pierde fuerza, pero una iglesia unida se vuelve instrumento de transformación.

Jesús también nos llamó a ser luz: Hagan brillar su luz delante de todos, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre (Mateo 5:16). Pablo exhortó a vivir sin quejas ni contiendas, para ser “luz en medio de una generación torcida y depravada” (Filipenses 2:15). Nuestro testimonio no depende solo de las palabras, sino de la coherencia entre lo que decimos y lo que vivimos.

La misión no se limita a grandes eventos. Se manifiesta en lo cotidiano: en el trabajo, en la escuela, en la calle, en cada conversación donde decidimos reflejar a Cristo. Pablo lo resumió en Romanos 10:14-15: ¿Cómo oirán si no hay quien les predique?… ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la paz! Una iglesia unida anuncia, sirve y acompaña.

La unidad nos impulsa a salir, pero también nos enseña a permanecer fieles en el servicio, incluso cuando implica sacrificio. Pablo decía: “Me he hecho todo para todos, a fin de salvar a algunos” (1 Corintios 9:22). Y en 2 Corintios 5:18-20, nos recuerda que hemos recibido el ministerio de la reconciliación: somos embajadores de Cristo, llamados a invitar a otros a volver a Dios.

Una iglesia reconciliada se convierte en faro de esperanza. No se trata de perfección, sino de coherencia, humildad y amor en acción. La unidad se hace misión cuando la fe se vuelve visible, cuando la luz de Cristo brilla a través de nuestras relaciones, y cuando decidimos responder al llamado de Jesús: “Así como tú me enviaste, yo los envío también al mundo.”

Aplicación práctica: Piensa en una necesidad concreta de tu entorno: una familia con dificultad, un vecino solo, un compañero de trabajo que atraviesa un mal momento, y busca una forma práctica de mostrarle el amor de Cristo. Puede ser un acto de servicio, una visita o una oración. La unidad se hace visible cuando la fe se vuelve acción. Pide a Dios que te use como un faro que guíe a otros hacia Él.

Este plan devocional es parte de la serie de enseñanzas “UNO” por Christian Hooft disponible en RightNow Media. Consigue más información aquí.

About this Plan

Uno

"Uno" es una invitación a abrazar la unidad en la diversidad del cuerpo de Cristo. A través de seis días verás temas como la unidad, la edificación conjunta, la calidad espiritual, la fortaleza de la comunidad, el rol de cada miembro y el llamado a ser faro de esperanza. Este devocional es un llamado a vivir en armonía, construir juntos, y reflejar el amor de Dios como una sola familia de fe. Una guía para transformar la división en comunión, y la individualidad en propósito colectivo.

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