Guardando la Palabra en el corazón

Es hermoso ver cómo cada día más jóvenes se unen a la familia de Dios. Es increíble que muchos estén decidiendo vivir su vida para Cristo. Que Dios nos permita ser buenos ministros de Su Palabra dentro de nuestro hogar y, como matrimonio, cumplir lo escrito en Deuteronomio 6:9-10, pastoreando a nuestros hijos para que, cuando sean jóvenes, sepan que la Palabra de Dios es una lámpara a sus pies y limpiará su camino hasta el final de sus días.

Esto también nos beneficia a nosotros, porque aún seguimos caminando y cuidando nuestro propio camino. Quien no sigue la ley de Dios, o sigue leyes falsas, termina en ruina. Pero Su Palabra es perfecta (Salmo 19).

Debemos memorizar, aprender y guardar la Palabra en nuestro corazón, porque como dice Proverbios 2:10-12 (NBLA): “La sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento será grato a tu alma; La discreción velará sobre ti, El entendimiento te protegerá, Para librarte de la senda del mal, Del hombre que habla cosas perversas"

Al ver al salmista buscar desesperadamente a Dios, le doy gracias porque hoy podemos acercarnos a Él gracias a la obra redentora de Cristo en la cruz. Podemos pedirle con fervor que no nos deje desviarnos de Su Palabra, confiando y dependiendo totalmente de Él para mantenernos en Su camino.

Guardar la Palabra en nuestro corazón es protegerla allí, donde la necesitamos para resistir los deseos pecaminosos (Mateo 15:19, 12:35). Hagamos el propósito de memorizar la Palabra, para tenerla presente cuando más la necesitemos.

Que nuestra oración sea: “Bendito tú, Jehová, enséñame tus estatutos”, para que, siendo partícipes de Su santidad, podamos también ser partícipes de Su bienaventuranza.
Compartamos con otros lo que Dios nos ha dado de gracia. Meditemos en Sus estatutos con gozo, atesoremos Su Palabra, memoricemos, amémosla, honrémosla y transmitámosla, especialmente dentro de nuestro hogar.

Memoriza: Deuteronomio 6:9-10