30 Días en Los SalmosSample

Día 3: Salmo 8

Los Salmos 1 y 2, como hemos visto, sirven de introducción al libro entero. Establecen temas importantes y afirmaciones de verdades fundamentales que sirven de base para las oraciones del pueblo de Dios. Estos salmos hablan de Dios, pero a partir del Salmo 3, las palabras de la mayoría de los salmos están en la segunda persona, o sea, hablan directamente a Dios en oración.

Las líneas iniciales del Salmo 8 nos llevan otra vez al tema del Salmo 2, con su énfasis en el gobierno majestusos de Dios sobre toda la tierra. Al hablar a Dios, el salmista extiende esa afirmación para incluir todo el universo: “Tu gloria es más alta que los cielos” (NTV). “Los cielos y la tierra” es una forma en que los escritores del Antiguo Testamento hacen referencia a “todo lo que existe”, la totalidad de la creación. El versículo 2 observa que la creación tiene una conciencia innata de la gloria del Creador, de modo que aún el llanto infantil refleja su presencia poderosa. Sus sonidos instintivos pero inarticulados son suficientes para silenciar los rugidos necios de los que se oponen al Señor (como los reyes y gobernantes arrogantes en el Salmo 2).

El resto del Salmo 8 es una oración llena de asombro, mientras el salmista contempla cuán maravilloso es que el gran Rey de toda la creación preste atención y cuide de los seres humanos. El poeta se ve a sí mismo y a todos los demás seres humanos como seres pequeños e insignificantes al lado de la gloria de los cielos y la magnitud del universo; sin embargo, según la perspectiva de Dios, la humanidad está “coronada de gloria y honor” (vv. 3–5). Continuando con sus palabras dirigidas a Dios en oración, el escritor recuerda la dignidad y el propósito que les fueron dados a los seres humanos en la creación: “Los pusiste a cargo de todo lo que creaste, y sometiste todas las cosas bajo su autoridad” (vv. 6–8, una referencia que recuerda Génesis 1). Casi sin poder respirar por su asombro ante el privilegio de ser un representante de Dios en la creación, el salmista explota con gozo de parte de todo el pueblo: “Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!” (v. 9).

¡Hoy es un buen día para decirle a Dios cuán majestuoso y maravilloso es!