30 Días en Los SalmosSample

Día 21: Salmo 96

El Salmo 96 es otro de los salmos Adonai malak (“el Señor reina”). Esta oración-canción resuena como una invitación en voz alta para que otros se unan al pueblo que ora en su adoración al Señor. Los invitados son un grupo amplio: toda la tierra (v. 1), las naciones y todos los pueblos (v. 3), todas las familias de los pueblos (v. 7), y aun los cielos y la tierra (v. 11). El grupo de adoradores que ofrece esta invitación a la oración ha reconocido que el Señor es demasiado grande y glorioso para que su adoración se limite a un solo lugar o un solo pueblo; él es digno de la adoración de la raza humana entera incluso de la alabanza sin palabras de la creación (como vimos en el Salmo 19). Dios mismo lo dijo en Isaías 49:6, cuando se dirigió a su Siervo a favor de su pueblo exiliado: “No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (NVI). Esta visión amplia de un pueblo adorador comienza a verse realizada en el ministerio de Jesús, es parte del ADN de la misión de la iglesia (Hechos 1:8), y llega a su culminación gloriosamente bella en el retrato de la multitud multilingüe y multiétnica que adorará alrededor del trono del Rey (Apoc. 7).

La invitación extendida a todos los pueblos en el Salmo 96 es para que unan sus voces en la adoración exuberante y pública del Rey. El poeta reúne verbos fuertes de comunicación, llamando a las naciones y a toda la creación a cantarle al Señor (v. 1), a declarar su gloria (v. 3), a hablar de su honor y fuerza (v. 7), a regocijarse por quién él es (v. 11). Pero su alabanza no será solamente palabras, sino que incluirá también acciones encarnadas. Son invitados a “traer una ofrenda y entrar en sus atrios” (v. 8), o sea, a situarse físicamente en la asamblea del pueblo de Dios para la adoración colectiva. Este tipo de adoración no ocurre en aislamiento, sino en el contexto del pueblo reunido de Dios. Son llamados a “temblar” delante de él, permitiendo que sus cuerpos respondan al esplendor de su presencia (v. 9).

¿Por qué se extiende esta invitación y qué motivará a los pueblos a responder? Los versículos 4–6 dan la primera razón: la grandeza incomparable del Señor. Todos los demás dioses son meramente ídolos, declara el salmista (v. 5), pero el Señor es el Creador de todas las cosas, rodeado de honor, majestad, fuerza y belleza (v. 6). La segunda razón es la que yace en el corazón de esta serie de salmos (93–99): ¡El Señor reina! (v. 10). Y su reino sobre todas las cosas se caracteriza por la justicia, la equidad, la santidad y la verdad (vv. 10–13). Estas son las buenas nuevas que hacen regocijar al pueblo de Dios y que motivan su invitación a otros a unirse a la alabanza de Dios.

¡Hoy es un buen día para estar en la compañía del pueblo de Dios para celebrar el reino justo, equitativo, santo y verdadero del Rey y para invitar a otros a unirse!