¿Qué Nos Pasó En El Edén?- Psicología De La CaídaSample

DEPENDENCIA E INTERDEPENDENCIA

Por defender una dependencia mal entendida en forma de sometimiento unilateral de la mujer hacia el hombre, se ha perdido el énfasis bíblico en la interdependencia, tan necesaria para que todo funcione. Es el «juntos», «mutuamente», o «los unos a los otros» de que tantas veces nos llenamos la boca los cristianos (la unidad, en definitiva), que aplica al ámbito de hombres y mujeres tanto o más que en las otras áreas en que lo solemos mencionar. La vida cristiana empieza en uno con el Señor, sigue en su casa, y después se proyecta hacia fuera del hogar, pero hemos invertido los términos y eso no funciona.

Estamos diseñados, me atrevo a decir después de mucho observarnos, para que las cosas solo puedan funcionar bien de esa manera, interdependientemente, y esto se ve de forma práctica en muchas situaciones cotidianas, empezando por las tareas de la casa, continuando con la sexualidad o, por ejemplo, con la crianza de los hijos.

• Cuando nos auto-sacrificamos cada cual, seamos del sexo que seamos, todo funciona. Es una de las manifestaciones del amor.
• Cuando, por otro lado, buscamos nuestro propio beneficio por encima del del otro, es crónica de una muerte anunciada. El egoísmo es siempre el verdadero enemigo y opuesto del amor.

El énfasis habitual en la dependencia unilateral de la mujer hacia el varón ha llevado a verla de forma profundamente utilitarista, y esto es a veces tan sutil que nos cuesta verlo. «Ella es creada para lo que él necesite y esa es su función» sería una manera de expresar en forma muy directa tal punto de vista, y en parte es cierto, pero no más que a la inversa, creo, y por eso, de nuevo, no es toda la verdad, sino que carga tintas sobre una parte.

Ella es creada para cubrir lo que a él le falta (porque, aunque parezca una obviedad, le faltaban cosas, de la misma forma que a ella también en ausencia de él) y de ahí que Pablo especifique en 1ª Corintios que la mujer fue creada por causa del varón, y no al revés. No está entonces enfatizando la subyugación, sino más bien recordando que el hombre, por sí solo, no podía acometer el encargo divino, y no solo porque no pudiera reproducirse.

Después, en el mismo pasaje mencionado, Pablo recuerda a la mujer que tampoco puede ir por libre: el equilibrio es perfecto.