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Día 5: Revestidos de Perdón
El perdón es la llave que abre aquello que el rencor mantiene clausurado. No trivializa el daño ni exige olvido instantáneo; es una decisión que inicia un proceso. Decido cancelar la deuda que creo que el otro me debe, y luego camino, paso a paso, hacia la sanidad con la ayuda del Espíritu y la comunidad. Esa decisión no niega el dolor, lo pone bajo la jurisdicción de Dios: Él es el Juez justo, y su justicia no necesita mi venganza para cumplirse. Así se corta el circuito de la amargura que contamina relaciones y seca el corazón.
Perdonar no siempre implica reconciliación inmediata. La reconciliación es bidireccional y requiere verdad, arrepentimiento y límites claros; el perdón, en cambio, es un acto unidireccional de obediencia que me libera de la prisión interior. Por eso el perdón incluye lamentos sinceros delante del Padre, límites saludables que protegen lo que es santo y, cuando es posible, pasos prudentes hacia la restauración. Revestirse de perdón significa negarse a seguir dictando sentencia desde el banquillo interior y sentarse otra vez en el banco de los discípulos, donde Cristo enseña a amar a los enemigos y a orar por quienes nos hieren.
También necesitamos perdonarnos a nosotros mismos a la luz del evangelio: no porque relativicemos el pecado, sino porque abrazamos el veredicto de la cruz. Si el Hijo nos declara limpios, la autoacusación crónica deja de tener la última palabra. Desde ahí la memoria cambia de función: deja de ser un archivo para castigar y se transforma en un testimonio de la gracia.
El Espíritu nos entrena en pequeñas prácticas que ablandan el suelo del alma: nombrar la herida sin adornos, presentar la ofensa a Dios, bendecir con palabras y actos concretos, y elegir cada día la libertad comprada por Jesús. Revestidos de perdón, volvemos a respirar: las relaciones dejan de estar a merced del resentimiento, el cuerpo descansa del peso del rencor y el llamado recupera ligereza. La cruz nos muestra que el mal no tiene derecho a la última palabra: la tiene el amor que se entrega y vence.
Aplicación práctica: Escribe el nombre de la persona que más te cuesta perdonar. Nombra la herida ante Dios, suelta la deuda en oración y define un gesto pequeño y seguro de bendición esta semana.
About this Plan

Todos los días elegimos qué ponernos, pero también “vestimos” pensamientos y actitudes. En esta serie, Mayra Djimondian propone una revisión espiritual para soltar lo que no refleja nuestra identidad en Cristo y revestirnos de lo que impulsa una vida plena. Con Biblia, imágenes cotidianas y pasos prácticos, caminamos en determinación, propósito, amor, alegría, perdón y poder del Espíritu.
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