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Está a una oración de distancia

El nombre de Jesús es un nombre cargado de autoridad, poder y salvación. No importa quién seas, de dónde vengas o qué hayas hecho: si invocas el nombre del Señor con fe, serás salvo.

Pablo nos deja una verdad poderosa: “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”

Invocar el nombre del Señor no consiste simplemente en pronunciarlo. Es un acto de fe, un clamor profundo de nuestro ser, que reconoce nuestra necesidad de Él y confía en su capacidad para salvarnos y transformarnos. Es una declaración de dependencia total en aquel que tiene el poder no solo de rescatarnos del pecado y la muerte, sino también de sostenernos frente a cualquier situación que nos enfrentemos.

Esta promesa es para todos. No hay requisitos previos ni excepciones. Si te sientes perdido, si las cargas de la vida te sobrepasan, o si necesitas dirección, sanidad física y emocional. Hay una buena noticia para ti, Jesús está a una oración de distancia. Él es fiel para escucharte, salvarte y restaurarte.

Invocar su nombre para salvación es el acto más poderoso que podemos hacer. ¡Soy testigo de ello! La salvación no es solo para la eternidad; es una realidad que podemos experimentar hoy. Al invocar su nombre, recibes paz, liberación y un propósito renovado.

Hoy, te invito a que tomes un momento para invocar el nombre de Jesús. No importa cuán grande sea tu necesidad, su poder es mayor. Clama a Jesús, y pídele aquello que necesitas, aquello que anhelas. En su nombre hay libertad, bendición, paz, sanidad y milagros increíbles.

Oremos juntos: Señor Jesús, hoy invoco tu nombre. Te reconozco como mi Salvador y mi refugio. Gracias porque en ti encuentro salvación, sanidad, liberación y vida. Decido caminar cada día creyendo en tu poder y en tu amor. En tu nombre, Jesús. Amén.