Ancla 4

El ancla de la realidad

¿Qué quiero decir con esto? Despierta a la realidad, no pierdas tu enfoque. En esta historia los marineros escuchan y se mantienen comprometidos durante todo el proceso.

Todos los pasajeros de este barco iban a ser salvos; había una promesa de Dios de que ninguno de ellos moriría.

¡PERO todos tuvieron que NADAR hasta la orilla cuando el barco naufragó!

¡Todos los 276 pasajeros llegaron a tierra, todos tuvieron que sumergirse en el mar y NADAR!!!

Debes participar en el proceso de superar tu TORMENTA (atravesar tu crisis).

Nadie va a agitar mágicamente una varita y hacer desaparecer tu tormenta (ni tu pastor, ni tu cónyuge, familia o amigos)

Necesitas sumergirte y nadar. Y eso podría ser ir a terapia, o reorientar tu vida, tal vez admitir que tienes áreas que necesitan cambiar, admitir que has permitido que la tormenta dirija tu nave. Tenemos que involucrarnos en el proceso, sea el que sea, porque si lo rechazas, te vas a la deriva.

Tirar por la borda el ancla de la realidad: cueste lo que cueste.

Clama a Dios que te dé las fuerzas necesarias para pasar al otro lado. Confía en la palabra que ya Dios ha dicho sobre ti. Hecha de tu barco las anclas espirituales que Dios te ha dado.

Estabilidad: anclado en las promesas de Dios.

Unidad: Me conecto a la familia de mi iglesia.

Renovación: Recargo mis fuerzas en la oración.

Realidad: Estoy comprometido en el proceso.

Te invito a que tomes un momento a solas y déjate guiar por la Palabra de Dios.

Reflecciona y pregúntate:

¿Cuál es mi comportamiento usual cuando se presentan tormentas en mi vida?

¿Cuento con un sistema de apoyo, con personas que mi bienestar es importante para ellos?

¿He creado espacio en mi vida para ser guiado por la Palabra de Dios?

Oración:

Dios presento mi vida delante de ti, tú conoces mis procesos y las áreas en las cuales necesito tu guía en este preciso momento.

Ayúdame a depender solo de ti y que las tormentas de mi vida no echen mi barco a la deriva. Reclamo cada promesa que has establecido para mí. Te pido Dios que tu Palabra sea el mapa que me lleve a puerto seguro. No permitiré que el miedo y la desesperación me empujen a tomar decisiones incorrectas. Tú eres mi guía, me llevarás por el mejor sendero y velarás por mí (Salmo 32:8).

Amén