Desarrollando liderazgo espiritualSample

El liderazgo espiritual es un asunto de ser ejemplo.
Pablo era un líder que daba el ejemplo.
Estas palabras del apóstol Pablo demuestran la conciencia que tenía de como era su buen comportamiento virtuoso delante de los creyentes. Por eso le podía decir a los creyentes que le tomaran como modelo e imitaran su conducta. "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo". (1 Corintios 11:1).
Pablo era un imitador, en el buen sentido, del Señor Jesús (1 Corintios 11:1). Y Pablo era para los tesalonicenses un modelo a seguir, como persona y como líder. Él no sólo les anunció el evangelio con palabras, sino también con una vida que mostraba el poder de Dios (1 Tesalonicenses 1:5). Luego los tesalonicenses imitaron Pablo (1 Tesalonicenses 1:6), y luego ellos mismos vinieron a ser modelos para otros (1 Tesalonicenses 1:7).
Ese es el poder que genera un líder que imita al Señor Jesús: genera un proceso multiplicador de una vida virtuosa. Y esto ocurre porque el líder mismo (en este caso Pablo), es tanto el método de anunciar, enseñar y guiar, como la evidencia de la obra misma de lo que el Señor puede hacer en una persona. Es por eso que Pablo como modelo tiene tal impacto en la vida de los tesalonicenses.
Pablo demuestra que un líder espiritual no es simplemente un hombre que usa unos métodos propios para influir en otros, sino un camino para que Cristo se abra paso al corazón de las personas. Eso sólo es posible cuando el líder tiene un mensaje digno de contar, un estilo de vida digno de ser considerado, y una fe digna de imitar (Hebreos 13:7). Por eso es tan importante que los líderes espirituales sean auténticos discípulos de Cristo y le imiten a Él, para así ser modelos para otros. No podemos servir a Dios más allá de lo que somos como personas.
Pablo no solo predicó el evangelio, sino que lo vivió. Pablo demuestra que se lidera con el ejemplo.
About this Plan

El liderazgo espiritual es un tipo de liderazgo diferente al del mundo. El liderazgo del mundo promueve una cultura que rinde culto a la personalidad, la imagen y el carisma; mientras que el liderazgo cristiano promueve el carácter, la confiabilidad, el ejemplo, el servicio y el cuidado y alimentación de otros.
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