Carta De Dios Para Estos DíasSample

“¿Qué haremos?”

Predica, convence, reprende, anima, enseña, se sobrio, soporta y haz bien tu trabajo. Estos ocho mandatos describen el encargo final de Pablo a Timoteo. Cinco de ellos basados en la ministración de la Palabra de Dios hacia los otros, mostrando una vez más, como lo ha hecho en el resto de la carta, el lugar central que ella tiene en la historia y para el futuro. Hay un claro sentido de urgencia al indicar que esto se debe hacer cuando sea oportuno y cuando no lo sea: no se debe perder tiempo.

Y también hay un sentido de integralidad: la Palabra de Dios debe ser predicada, pero además Pablo insta a que se use pacientemente para convencer, reprender, animar y enseñar. Estos verbos implican aplicar la Palabra de Dios a la vida de las demás personas, con denuedo y perseverancia.

Un servicio así, con tal dedicación, requiere de toda la vida. Es por eso que, versículos más adelante, el mandato a Timoteo repite el ministerio de la Palabra de Dios y agrega tres cualidades fundamentales que deben acompañar esa dedicación. Como ya hemos visto en los capítulos anteriores, Timoteo debe aceptar que llegará el sufrimiento y que tendrá que soportarlo. Además, deberá vivir sobriamente (de forma desapasionada), manteniendo el buen juicio, pensando bien antes de hablar, actitudes probablemente muy difíciles de sostener en épocas de tribulación. Esto se completa con la necesidad de hacer el trabajo de manera total, con excelencia, llevando todo hasta su conclusión perfecta.

Tú podrías argumentar que este mensaje “lo escribió Pablo a Timoteo en el primer siglo y siendo Timoteo líder de la Iglesia, no a una persona normal como yo”. Pero sabemos que la visión de Dios, respecto a estas obligaciones, es distinta a nuestra concepción de liderazgo y responsabilidad. El capítulo anterior anuncia que todos los que queremos ser auténticos cristianos seremos perseguidos, no solo los líderes reconocidos. En 1° Pedro 2:9 el Señor nos enseña que todos tenemos la responsabilidad sacerdotal de proclamar el evangelio. En consecuencia, no solo a Timoteo, sino a todos los creyentes se aplican las palabras de este capítulo.

¿Qué haremos entonces?

Al terminar de escribir estas líneas, el mundo se encuentra sumido en la desesperanza y la confusión; la humanidad sufre distintos males y es ella misma la causante. Es lo que Dios a través de Pablo nos dice que ocurriría. Y lo que Dios demanda de nosotros nos lo dice también a través de esta carta: “seamos sobrios, soportemos los sufrimientos, dediquémonos a la evangelización, cumplamos nuestro ministerio a cabalidad”. El pecado e ignorancia humanos en contraste con la perfección de Dios, como el mar y el cielo separados por la línea del horizonte.

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