[Apocalipsis]A la Iglesia de ÉfesoSample

Mantén una buena nutrición No hay nada como una buena nutrición para gozar de buena salud. Algunos incluso dicen que somos lo que comemos. La Biblia dice que no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Nuestra vida espiritual depende de la calidad y cantidad del alimento espiritual que tomamos. El apóstol Pedro le dijo a Jesús que no tenían a nadie más a quien ir; porque sólo él tenía palabras de vida eterna. Pedro había conocido, caminado, oído y recibido nueva vida del Hijo de Dios; por lo tanto, no estaba dispuesto a dejarlo. La Biblia es nuestro pan espiritual de cada día. Debes enseñarselo a tus hijos, según el Libro de Deuteronomio, cuando te sientes en casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. ¡Esto sí que habla de cantidad! Pero la calidad es igualmente importante. Encontramos tal variedad de enseñanzas, profecías y personajes que nos enseñan cómo vivir una vida piadosa, que podremos madurar de una manera muy equilibrada. Sin embargo, necesitamos buenos maestros para poder comprender e interpretar pasajes difíciles. Debemos tener cuidado de no pensar que lo más importante es adquirir conocimiento bíblico. Dios nos exhorta, a través de Moisés, a obedecer sus mandamientos y sus decretos. Las palabras de vida eterna no solo deben recibirse en el corazón, sino también deben ser obedecidas para que se conviertan en alimento espiritual. Las exhortaciones escritas en la Biblia deben ser reveladas y entendidas con una mente espiritual. El apóstol Pablo nos dice en 1 Corintios 2:12 que hemos recibido el Espíritu de Dios, para que podamos entender lo que Dios nos ha concedido gratuitamente. Mientras leamos la Biblia, el Espíritu de Dios nos guiará a toda verdad y nos alertará sobre cualquier engaño. No hay forma de que podamos discernir enseñanzas falsas y soportar dificultades o pruebas, si nuestra fe no está profundamente arraigada en la Palabra de Dios. Solo los árboles con raíces profundas pueden resistir los vientos huracanados; por lo tanto, alimentemonos de la Biblia y meditemos en ella todos los días, al levantarnos, al sentarnos, al caminar y al acostarnos.