¿Cómo Aceptar Que Murió, Que Ya No Está?Sample

"Depende de Cristo para lograrlo" Cuando atravesamos por procesos como la muerte de un ser querido, quizá podemos pensar que no lo vamos a poder superar, que no lo vamos a soportar. Por eso es necesario que dependamos de Cristo totalmente para poder lograr salir adelante, para poder avanzar hacia el cumplimiento del propósito por el cual Dios ha establecido que sigamos con vida. Aún quedan muchas personas a nuestro alrededor, conocidos y no conocidos, a quienes Dios con seguridad se quiere manifestar a través de nuestra vida en el poder del Espíritu que nos ha sido concedido. Pensemos en que las personas que partieron de este mundo no nos necesitan; sin embargo, otras muchas necesitan del amor, la misericordia, el poder y la gracia que Dios nos ha entregado a nosotros como hijos suyos. No podemos ser egoístas y pretender que porque perdimos a un ser amado nuestra vida ya no tiene sentido. La muerte de esa persona nos debe motivar a valorar todas las bendiciones que tenemos, empezando por el don de la vida y las personas que hay a nuestro alrededor, que necesitan del Señor tanto como nosotros mismos. La muerte de ese ser amado nos debe sacudir y hacer conscientes de lo efímero que es nuestro paso por este mundo, que nada vale más la pena que vivir para Cristo y para sus propósitos, que hoy estamos, pero no sabemos si mañana.  Que lo único que cobra sentido en nuestra vida es la huella que dejamos a los demás impartiendo a través de Cristo lo que por gracia hemos recibido de Él. Dios mismo se encargará de levantarnos en tiempos de aflicción y nos ayudará para que en el Nombre de su Hijo Jesús, podamos seguir creciendo según su voluntad y de esta manera afrontar las diferentes pérdidas y momentos difíciles por los que atravesamos. Dios mismo se encargará de darnos la paz que sobrepasa todo entendimiento en tiempos de dificultad o dolor, Él es fiel, Él guardará nuestros pensamientos en Cristo Jesús y nos concederá la victoria sobre las circunstancias que pretenden apagar su luz, su gozo y su brillo en nosotros.