Enseñanos A OrarSample

Día 4: La oración ministerial
Nadie nos tiene que enseñar a pedir. De hecho cuando niños, nuestros padres no retaban pedinches (pedigüeño); somos maniáticos del autoservicio de nacimiento. Si dividimos nuestras oraciones en dos secciones: “Para mí” y “ para los demás”, el desbalance sería notorio.
La lección a aprender en esta porción de Reyes, es una fórmula de apariencia contradictoria: los que más piden para otros, más obtienen para ellos. A Dios le complació que la búsqueda inicial de Salomón, no resultó ser una sesión de pedidos personales. No fue una oración autocentrada sino descentralizada. Suplicó gracia para atender a los asuntos del pueblo de Dios a su cargo, y Él lo colmó con una bonificación repleta de bendición inesperada.
A esto se le llama la oración intercesora. Asegúrate hoy, mañana y siempre, que una buena rebanada de tus oraciones sea por los demás; especialmente por aquellos bajo tu cargo, cuyo cuidado es surtido por el flujo de la gracia de Dios a través tuyo: como en el caso de Salomón para con el Pueblo.
Nadie nos tiene que enseñar a pedir. De hecho cuando niños, nuestros padres no retaban pedinches (pedigüeño); somos maniáticos del autoservicio de nacimiento. Si dividimos nuestras oraciones en dos secciones: “Para mí” y “ para los demás”, el desbalance sería notorio.
La lección a aprender en esta porción de Reyes, es una fórmula de apariencia contradictoria: los que más piden para otros, más obtienen para ellos. A Dios le complació que la búsqueda inicial de Salomón, no resultó ser una sesión de pedidos personales. No fue una oración autocentrada sino descentralizada. Suplicó gracia para atender a los asuntos del pueblo de Dios a su cargo, y Él lo colmó con una bonificación repleta de bendición inesperada.
A esto se le llama la oración intercesora. Asegúrate hoy, mañana y siempre, que una buena rebanada de tus oraciones sea por los demás; especialmente por aquellos bajo tu cargo, cuyo cuidado es surtido por el flujo de la gracia de Dios a través tuyo: como en el caso de Salomón para con el Pueblo.
Scripture
About this Plan

¡No le hables así a tu padre!. ¿Cuántos no escuchamos esta exhortación de nuestra madre, y jamás la interpretamos como una interrupción a la comunicación espontánea de la intimidad familiar? Antes bien, comprendemos que el tono y las palabras para dirigirnos a nuestro padre deben estar sazonados tanto de familiaridad como de respeto. Así, cuando levantamos oración, debemos igualmente celebrar la familiaridad con que podemos dirigirnos a Dios como Padre -otorgada por Cristo-, y preservar, la reverencia que le debemos al Altísimo. Estos cuatro breves devocionales, son un diapasón que te ayudará a afinar el tono de tus oraciones, de manera que estas resulten verdadero olor fragante delante de Dios.
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