La Economía Del ReinoSample

DEJARNOS APARTAR PARA ÉL ¿Dónde están los levitas hoy? ¿A quiénes aparta el Señor para sí, en este tiempo de dispensación de la gracia, en el nuevo pacto que hizo por medio de Jesucristo? Deuteronomio 10:8-9 : “En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy, por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo.” El Señor nos llama a apartarnos del bullicio mundano al desierto, para entrar en el reposo divino, el Shabat de Dios, libres de todo afán, que lleva a las gentes a vivir agobiadas, hasta el punto de no tener tiempo, ni paz, para poder comer el pan de vida, la palabra de Dios. Este es el plan perfecto de Dios para nosotros, inundarnos con su Shalom , su perfecta paz y hacernos reposar de toda fatiga: Mateo 11:28: “ Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Si nos dejamos apartar por Él y para Él, si nos confiamos a Él, para que nos saque del mundo a su reino, no será para hacernos vivir en miseria, sino para reinar con Él en toda su creación, como hizo con Adán al crearlo, pues no ha cambiado nunca de plan, a pesar de que sus criaturas le fallamos. Si queremos ser administradores de las innumerables riquezas del Señor, dejémonos apartar en exclusiva para su servicio, y recibiremos total prosperidad. En nuestros ministerios, de Remar y Cuerpo de Cristo, hemos puesto en práctica, desde el principio, este llamamiento del Señor a servirle con todo el corazón, con todos los medios, a tiempo completo, como levitas del Nuevo Pacto, conforme a su desafío: Juan 6:27: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.” Consagrados a Dios, como lugares santísimos, se nos concede la primera llave de oro, que abre la primera puerta de la ciudad eterna, que es la puerta del Ángulo. Miguel Díez