Sanidad del almaSample

Enfermedad del alma dos: enojo e ira
Sé que no es fácil tener un carácter explosivo y controlarlo; por lo general, deseamos explotar y sacar de nuestro interior todo el odio, resentimiento y demás cuando estamos en una situación de conflicto y somos agredidos.
Recordemos que la Palabra nos advierte en Efesios 4:31: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. El enojo en sí no es malo, lo malo es cuando nos dejamos arrastrar por él y permitimos que nuestra alma sea contaminada con el odio. Siempre debemos recordar lo que nos advierte la Palabra en Efesios 4:26-27: “26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo”.
Un sentimiento de enojo nos puede llevar a abrirle las puertas al diablo porque nos puede llevar a reacciones que alimentan la ira y, con esto, hacerle mal a nuestros semejantes. Es importante recordar que, en una discusión, ambas partes siempre creen tener la razón, y podemos ser nosotros quienes estemos equivocados. Si el enojo nos lleva a la ira, entonces, nuestra alma estará enferma y será preciso buscar la cura.
Sé que la cura no te gustará, pero es necesaria; la podemos encontrar en Mateo 5:23-24: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Es así como el Señor nos manda a buscar la reconciliación, aunque no seamos nosotros quienes estemos enojados. No es fácil, pero nuestra alma reposa cuando somos obedientes. Oremos:
Amado Padre, sabemos que deseas lo mejor para nosotros y, por eso, nos das la cura en tu Palabra para aquellas situaciones cotidianas que nos pueden enfermar. En el nombre de Jesucristo, te pedimos que nos ayudes a ser humildes y, que si alguien se ha ofendido por nuestra causa, podamos pedirle perdón y, así, tener paz en nuestra alma. Queremos esa libertad de poder levantar manos y adorarte sin que exista impedimento alguno para que nuestra ofrenda sea agradable delante de ti, amén.
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Muchas veces, tenemos el alma atribulada a causa de que está enferma. En este devocional, veremos algunos síntomas de un alma enferma y cómo lograr tener sanidad en ella a la luz de la Palabra.
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