Persiguiendo La VerdadSample

Nuestros pecados afectan a otros
Josué 7:1-26
Josué acababa de regresar de una gran victoria donde él y el pueblo de Israel habían visto caer los muros de Jericó. Pero cuando Josué envió soldados a la batalla en la ciudad de Hai, el ejército israelita fue derrotado, y unos treinta y seis israelitas murieron en la batalla.
Josué estaba quebrantado. ¿Cómo fue posible que vivieran tal derrota, y tan cerca de la gran victoria? Esta fue la pregunta de este líder, hasta que Dios le respondió.
«¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado? Los israelitas han pecado y han violado la alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos…» (Josué 7:10–12, NVI).
Josué ordenó que el pueblo se consagrara ante Dios. Al día siguiente, Dios le habló a Josué para que llamara primero a una tribu, después a un clan, después a una familia, y finalmente a un varón. Acán fue señalado por Dios por haber tomado lo que no era suyo.
¿Puedes imaginar los pensamientos de Acán cuando su tribu fue convocada, después su tribu y luego se familia? Seguramente que su corazón latió con mucha fuerza cuando se dio cuenta de el pecado que había cometido en lo secreto había salido a la luz. Él y toda su familia fueron apedreados hasta morir. Dios dijo claramente que la desobediencia es una burla a su santidad.
Acán aprendió muy tarde que el pecado no solo afecta a la persona que peca, sino también a quienes la rodean. Las treinta y seis familias de los israelitas muertos en la batalla sufrieron por el pecado de Acán. Josué sufrió. Y toda la familia de Acán perdió la vida.
Hoy, hagamos una pausa y meditemos en las acciones de nuestra propia vida. Consideremos el ejemplo de Acán como uno que no debemos imitar. Y podremos tener la seguridad de que nuestras acciones son agradables a Dios y a los demás.
Josué 7:1-26
Josué acababa de regresar de una gran victoria donde él y el pueblo de Israel habían visto caer los muros de Jericó. Pero cuando Josué envió soldados a la batalla en la ciudad de Hai, el ejército israelita fue derrotado, y unos treinta y seis israelitas murieron en la batalla.
Josué estaba quebrantado. ¿Cómo fue posible que vivieran tal derrota, y tan cerca de la gran victoria? Esta fue la pregunta de este líder, hasta que Dios le respondió.
«¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado? Los israelitas han pecado y han violado la alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos…» (Josué 7:10–12, NVI).
Josué ordenó que el pueblo se consagrara ante Dios. Al día siguiente, Dios le habló a Josué para que llamara primero a una tribu, después a un clan, después a una familia, y finalmente a un varón. Acán fue señalado por Dios por haber tomado lo que no era suyo.
¿Puedes imaginar los pensamientos de Acán cuando su tribu fue convocada, después su tribu y luego se familia? Seguramente que su corazón latió con mucha fuerza cuando se dio cuenta de el pecado que había cometido en lo secreto había salido a la luz. Él y toda su familia fueron apedreados hasta morir. Dios dijo claramente que la desobediencia es una burla a su santidad.
Acán aprendió muy tarde que el pecado no solo afecta a la persona que peca, sino también a quienes la rodean. Las treinta y seis familias de los israelitas muertos en la batalla sufrieron por el pecado de Acán. Josué sufrió. Y toda la familia de Acán perdió la vida.
Hoy, hagamos una pausa y meditemos en las acciones de nuestra propia vida. Consideremos el ejemplo de Acán como uno que no debemos imitar. Y podremos tener la seguridad de que nuestras acciones son agradables a Dios y a los demás.
Scripture
About this Plan

Te invitamos a leer toda la Biblia en un año con mujeres de todo el mundo. Este plan incluye seis días de lectura y un día de reflexión por semana. Cada día incluye lecturas del Antiguo Testamento, El Nuevo Testamento, Salmos y Proverbios. Cada semana ofrece un breve devocional basado en las lecturas de esa semana, orientadas al corazón de una mujer. Descubre el poder transformador de la Palabra de Dios.
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