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## Tarea evangelizadora en Tesalónica En comparación con las demás cartas apostólicas, la porción de la Escritura que es la base de este devocional, es quizás una de las expresiones más gozosas del apóstol Pablo, que se registra en la primera carta a los creyentes de Tesalónica capítulo 3, versículos 9 a 13. Porque si bien, en casi toda su correspondencia es enfático en señalar el gozo como un atributo de la fe, y exhortar a vivir en ese gozo, él mismo suena más de una vez con tono preocupado; pero en esta ocasión, se refleja un gran gozo al ser fortalecido por la fe de los hermanos. Pablo realizó su tarea evangelizadora en Tesalónica por dos o tres meses. Logró cierto éxito allí y se formó una incipiente comunidad. Pero entró en conflicto con las autoridades y, por causa de la presión religiosa de los judíos debió salir apresurado y en oculto. Ahora, luego de unos meses sin noticias, se pregunta angustiado, qué habrá pasado con aquellos hermanos, y decide enviar a averiguar a Timoteo, quien regresó con la buena noticia que, a pesar de las persecuciones y dificultades, esa comunidad se mantenía firme en la fe. Llegaron a ser ejemplo en la tarea evangelizadora en otras congregaciones de la región y aún más allá. Esto lo llena de fuerza y esperanza, de allí las expresiones de gozo que leemos en la porción que estudiamos. El resultado de su consuelo fue gratitud y otro fue, oración por ellos. Para facilitar el estudio de esta íntima y preciosa oración apostólica, sugiero dividirla en los siguientes temas, que procedemos a considerar. Agradecimiento a Dios por los creyentes Comienza con el deseo profundo del alma del apóstol por aquellos santos, de ser llenos del conocimiento exacto de la voluntad de Dios. La ambición de Pablo por el estado de los tesalonicenses, era divina. Su oración, fue la expresión exterior del profundo anhelo del corazón de Dios, por el estado de su iglesia. Él está agradecido por el crecimiento que se ha provisto para ellos, en la expiación del Calvario. No hay faltantes en la expiación, ni en su poder de hacernos capaces, que está a nuestra disposición por la clase de fe que tiene certeza y convicción ya que entiende y conoce lo que la obra de Cristo ha logrado a nuestro favor. Si fracasamos en aprovechar del privilegio de ser vencedores, no será por ningún faltante por parte de Dios, ni porque lo haya hecho incompleto para que nosotros lo completemos, porque al desconocerlo no nos apropiamos de lo que se nos otorgó por gracia.