El regalo del amor de Dios vino envuelto en humildad

Por Danny Saavedra

"y mientras estaban allí se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.”—Lucas 2:6–7 (NVI)

Todo padre sabe la mezcla de emoción y nervios que viene al prepararse para la llegada de un bebé. Cuando mi esposa y yo esperábamos a nuestro primer hijo, pasamos semanas preparando su cuarto... pintando, decorando, armando muebles. Pero lo que más cuidamos fue armar la cuna. Quería que fuera fuerte y segura, un lugar donde nuestro hijo pudiera descansar tranquilo.

Ahora, imagina qué tipo de lugar merecía el Rey del universo. Seguro, una habitación real con oro y sábanas finas, ¿no? En cambio, la primera cuna del Hijo de Dios fue un comedero... un recipiente para la comida de los animales. El que habló y creó las estrellas, el que hizo el universo entero, fue acostado en un pesebre porque no había lugar para Él en ningún otro lado.

¿Por qué no había espacio? Pues, Belén estaba llena de gente por el censo de César. Todos habían regresado a sus pueblos de origen para registrarse para los impuestos. Para José y María, eso significó un viaje largo e incómodo—casi 160 kilómetros desde Nazaret hasta Belén. Cuando llegaron, no había espacio en la habitación de invitados, así que probablemente se quedaron en el nivel de abajo de una casa familiar donde estaban los animales. Ahí fue donde nació el Salvador del mundo: rodeado de animales, en un lugar humilde como una cueva.

Es casi poético, ¿verdad? El Pan de Vida nació en Belén, que literalmente significa “casa de pan”. Lo acostaron en un pesebre, que era un lugar para alimentar. Él se convertiría en el alimento de nuestras almas... el que sacia nuestra hambre más profunda. El Buen Pastor fue rodeado y adorado por pastores.

Este es el gran contraste de la Navidad. La historia de la salvación no empieza con grandeza, sino con gracia. La gloria de Dios se envolvió en pañales. La Palabra eterna se hizo carne, no en un palacio, sino en la pobreza. No sucedió entre nobles, sino entre los necesitados.

Filipenses 2:6–8 (NVI) dice que Jesús “no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente... se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!" La humildad que empezó en Belén lo llevó hasta el Calvario.

Hoy, recordemos que cada detalle de esta historia fue intencional. El pesebre no fue un accidente; fue un mensaje para toda la humanidad... un mensaje que dice que a Dios no le impresiona el estatus ni la comodidad; a Él le atrae la humildad. Su amor se inclina hasta lo más bajo para que nadie pueda decir que está demasiado lejos, que no es digno o que está demasiado roto para ser alcanzado por Su gracia.

Si Dios pudo hacer su hogar en un establo, claro que puede hacer su hogar en ti. Así que, cuando mires el pesebre esta noche, ve más que un bebé envuelto en pañales. Mira al Rey que dejó el cielo por ti. Mira el amor que vino envuelto en humildad.

Ponlo en Práctica – Conecta

¡Dios nos creó para tener conexiones profundas! No importa cómo seas, no fuiste creado para vivir solo. Una parte esencial de ser más como Jesús es crear hábitos de conectar con su gente. Además, el mandamiento más importante fue resumido por Jesús como amar a Dios y amar a los demás. Hoy, practica amar a otros conectado intencionalmente a través de juegos y comida. No importa lo que hagas esta Nochebuena, tómate el tiempo de ver y amar de verdad a los que te rodean mientras te diviertes.

Para la Familia
Idea Principal: El nacimiento de Jesús muestra que el amor de Dios vino envuelto en humildad.

Pregunten Juntos:

1. ¿Por qué crees que Jesús nació en un lugar tan humilde y no en un palacio?
2. ¿Qué nos dice eso sobre el corazón de Dios?

Oración
Padre celestial, gracias por enviar a Jesús… el Rey que dejó el cielo por un establo. Gracias por mostrarnos que la verdadera grandeza no está en el poder ni en las posesiones, sino en la humildad y el amor. Mientras celebró esta Navidad, ayúdame a hacerte espacio en cada parte de mi corazón. Que Tu paz, Tu alegría y Tu presencia llenen mi vida y mi hogar. En el nombre de Jesús. Amén.