El sueño de José

Por Danny Saavedra

“José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por el poder del Espíritu Santo.”—Mateo 1:20 (NVI)

José no se esperaba esto. Era un hombre sencillo... Un carpintero de Nazaret. Era justo, trabajador y estaba comprometido con una joven llamada María. Su vida iba en marcha hasta que, de repente, todo cambió. Antes de la boda, se descubrió que María estaba embarazada... y no era de él.

En un solo instante, el mundo de José debió sentirse como si se derrumbara. Sus sueños, su reputación y sus planes para el futuro se vinieron abajo. La ley le daba todo el derecho de hacer pública la situación; de proteger su nombre y exponer el de ella. Pero Mateo nos dice que José era un hombre justo, lo que significa que era bueno, compasivo y humilde. Él eligió la misericordia en vez de la venganza y planeó terminar todo en silencio. ¿Por qué terminarlo? Porque, siendo sinceros, su historia sonaba loca. Ahí fue cuando Dios intervino.

En un sueño, un ángel apareció y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por el poder del Espíritu Santo.” Esas palabras cambiaron todo. José se despertó, y aunque probablemente la confusión no se había ido (quizá era aún más intensa porque seguramente se preguntaba ¿Por qué María y yo?¿Qué significa todo esto? ¿Se supone que yo debo criar al Mesías?), su devoción y fe en el Señor se hicieron más profundas. Como Abraham antes que él, José le creyó a Dios y obedeció de inmediato, recibiendo a María como su esposa y llamando al niño Jesús, tal como el ángel le mandó.

José pudo haberse ido. Pero se quedó. Confió más en la voz de Dios que en la opinión de la gente. Él creyó que la historia imposible que tenía delante era, de verdad, real. Y porque escuchó, protegió y obedeció, el Salvador llegó al mundo tal como Dios lo había planeado.

Quizá tú también has pasado por momentos así—cuando la fe requiere valentía frente a la incomprensión. Cuando obedeces significa entrar en algo que no planeaste. La historia de José nos recuerda que Dios es fiel con quienes confían en Él, incluso cuando el camino no tiene sentido. Y de eso se trata realmente esta historia—confiar en el Dios que no solo manda, sino que se acerca.

Porque en medio de la confusión de José, Dios no solo mandó un mensaje; Él mismo vino. Mateo dice que a este niño lo llamarán “Emanuel”, que significa ‘Dios con nosotros’.”

Emanuel no es solo un nombre, amigos... es la verdad que ancla nuestra fe. La misma presencia que le dio valor a José ahora vive en nosotros a través del Espíritu Santo. No tienes que entender cada detalle para obedecer cada palabra. Como José, solo escucha, confía y recuerda que el Dios que te llama es el Dios que se queda contigo.

Esta Navidad, deja que el nombre Jesús te recuerde lo que Él ha hecho, y el nombre Emanuel te recuerde que Él no se ha ido a ningún lado. Él sigue con nosotros. Siempre.

Ponlo en Práctica: Sirve

¡Otra parte importante de seguir a Dios es obedecer su mandato de servir! Hacer del servicio un hábito diario puede ser encontrar maneras de amar a las personas a tu alrededor de forma sencilla, práctica y constante. ¡Cuando sirves a otros, también estás sirviendo a Dios! Hoy, practica el servicio haciendo un acto de bondad al azar en tu trabajo, escuela o vecindario. Puedes bendecir a un vecino con galletas, a tu compañero de trabajo con un café o a tu compañero de clase con una nota.

Para la Familia

Idea Principal: José confió en la voz de Dios y obedeció, incluso cuando fue difícil.

Pregunten Juntos:

1. ¿Qué significa escuchar a Dios?
2. ¿Cómo podemos obedecer incluso cuando otros no entienden?

Oración
Padre celestial, ayúdame a ser como José—el padre terrenal que elegiste para Jesús. Ayúdame a ser humilde, fiel y valiente. Cuando hables, dame oídos para escuchar y un corazón que confíe en Ti más que en mis miedos. Gracias por enviar a Emanuel, por estar conmigo en cada situación. En el nombre de Jesús. Amén.