Un desbordamiento de alabanza alegre

Por Samantha Rodriguez

“Entonces dijo María: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre! De generación en generación se extiende su misericordia a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; desbarató las intrigas de los soberbios. De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió con las manos vacías. Acudió en ayuda de su siervo Israel mostrando su misericordia a Abraham y sus descendientes para siempre, tal como había prometido a nuestros antepasados».”—Lucas 1:46–55 (NVI)

¡Piensa en uno de los momentos más felices que has vivido en tu vida! Quizá sea comprometerse o casarse, recibir una beca para la escuela de tus sueños, o tener un hijo. Tal vez fue entrar a una fiesta sorpresa por tu cumpleaños, conocer un lugar hermoso con tu familia en vacaciones, o graduarte de la prepa. Cualquiera que sea ese recuerdo, quiero que vuelvas y recuerdes cómo se sentía. Uno de mis recuerdos más recientes de alegría es la boda de una de mis mejores amigas. Saliendo de la capilla después de la ceremonia, todas gritamos como niñas, saltando de alegría y emoción. ¡No podíamos contenernos! La alegría se desbordaba por el amor que sentíamos por ella y su esposo, el amor que ellos tenían y el amor que tenían por nosotras.

Te cuento esto porque la Escritura de hoy es un momento clave de alegría y alabanza desbordante en la vida de María. Después de que el ángel Gabriel le dice que Jesús nacerá de ella, va a la casa de su prima Isabel, que también estaba embarazada milagrosamente en su vejez. Al entrar y saludarla, el bebé de Isabel saltó dentro de ella. Isabel se llena del Espíritu Santo y sabe que María lleva al Mesías. Bendice a María por su fe y por el honor que ha recibido, y luego María responde con alabanza. Su canto recuerda al de Ana en 1 Samuel 2:1–10, quien adoró a Dios por darle un hijo. Su adoración refleja el mismo corazón de gratitud y asombro. ¡Le dan gloria a Dios con cada palabra! Aquí hay algunos atributos de la alabanza de María de los que podemos aprender.

Su adoración está centrada en Dios.

Su adoración es humilde.

Su adoración es agradecida.

Su adoración recuerda el carácter de Dios como poderoso, misericordioso, y justo.

Su adoración recuerda su fidelidad.

Mientras se acerca la Nochebuena y la Navidad, tómate un momento hoy para calmar tu corazón y reflexionar de verdad sobre la bondad de Dios. Pídele que te llene con la misma alegría que tuvo María, recordando Su fidelidad en tu vida. Recuerda los momentos de asombro en tu vida que te dejaron sin palabras o saltando de alegría. Piénsalo: ¿cómo estuvo Dios presente en medio de esos momentos? ¡Esta Navidad, lleva tu adoración al Señor porque Él es tan bueno y tan digno!

Ponlo en Práctica: Ora

Orar es hablar con Dios. Puedes orar en cualquier lugar, ya sea en el coche, en tu cuarto o caminando en el súper. Puedes orar solo en silencio o con otras personas. Puedes orar en voz alta a Dios o escribir tus oraciones. Puedes arrodillarte, sentarte, caminar, lo que sea, y Dios estará ahí para escucharte y hablar contigo. Hoy, practica la oración escribiendo una oración de alabanza inspirada en el canto de María. Léela en voz alta para Dios y llévala contigo durante el día.

Para la Familia

Idea Principal: Dios siempre es digno de ser alabado con todo mi corazón.

Pregunten Juntos:

1. ¿Qué ha hecho Dios por ti que te hace querer darle gracias o alabarlo?
2. ¿Cómo puedes mostrar alegría y gratitud a Dios esta semana, igual que hizo María?

Oración

Padre Dios, ¡gracias por Tu fidelidad! Eres tan fuerte, bueno, confiable y verdadero. No merezco Tu gracia y misericordia, pero sigues viéndome, guiándome y proveyendo para mí. Oro para que sigas cultivando un corazón de adoración en mí durante esta temporada. Tienes toda mi atención. Amén.