Abriendo mis ojos a tu Palabra

¡Qué valor pedirle a Dios más vida y bendiciones para conocer y guardar Su Palabra! ¿Cuánto amamos la Palabra de Dios? ¿Deseamos vivir abundantemente para conocerla y atesorarla? Esta porción del Salmo 119 nos enseña lo hermoso que es Su Palabra.

Abre mis ojos…
Dios nos ha dado ojos naturales y espirituales. Padre, abre estos ojos con los que he visto la maldad, la injusticia y la iniquidad. Que ahora pueda ver las maravillas de Tu ley y comprender la revelación que nos das para conocer Tus planes y Tu corazón.

No encubras de mí tus mandamientos…
Estamos de paso en esta tierra; aprovechemos el tiempo para conocer y amar Su Palabra. Oremos para que Dios nos muestre lo que tiene preparado para nosotras.

Deseo tus juicios en todo tiempo…
Cuando amamos a Dios, anhelamos pasar tiempo leyendo, estudiando y escudriñando Su Palabra. Padre, que el día me rinda para leerla, amarla y memorizarla.

Reprendes a los que se desvían…
Hay consecuencias cuando nos alejamos de Su Palabra. Que el orgullo no nos domine y que siempre aprendamos a volver a Ti.

Aparta de mí el oprobio…
La Palabra de Dios es un bálsamo en nuestra vida. Nos recuerda quiénes somos como Hijas de Dios y cuál es nuestro verdadero valor.

Tus palabras me ayudan cuando soy calumniada…
Aun si personas cercanas nos dañan, nuestra confianza en Dios nos sostendrá. Podemos volver una y otra vez a Su Palabra y hallar reposo para el alma.

Tu Palabra es mi mejor consejero…
Nada ni nadie puede aconsejarnos mejor que Dios. Meditemos, estudiemos y busquemos Su rostro. Que nuestra delicia sea estar en Su presencia, conociéndole a través de Su Palabra.

Memoriza: Salmo 19:7-10