Encontrando la belleza de CristoMuestra

VEN Y SIGUEME.
”Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?“ (San Marcos 8:34-37 RVR1960)
Durante los últimos días he sido muy intencional con dos invitaciones:
1. Contemplar a Jesús y dejarnos maravillar con las riquezas que hay en Él.
Esta es la invitación constante del Padre: contemplar al Hijo.
2. Seguir a Jesús.
La invitación más grande de toda tu vida. Sin esta, la primera nunca sería posible.
Me encanta cuando Jesús habla acerca de qué significa seguirlo. Jamás es ambiguo ni trata de suavizarlo. Lo resume en una sola frase:
“Si quieres seguirme, necesitas morir a ti mismo para encontrarme a mí.”
Quiero ser honesto contigo.
Seguir a Jesús no es una invitación para cumplir todos tus sueños y planes. Es una invitación a morir a tus sueños para abrazar los suyos.
No es una invitación para mejorar tu vida. Es una invitación a morir a tu vida.
No es una invitación para reparar los pedazos rotos de tu corazón. Es una invitación para recibir un corazón nuevo.
Aceptar seguir a Jesús no significa rehacer tu vida a tu manera ni alcanzar lo que llamas éxito, sino morir a ti mismo y encontrar la vida escondida en Cristo.
No es cómodo. Jesús y la comodidad nunca caminaron de la mano. El mismo declaró que no tenía ni dónde recostar su cabeza.
Seguir a Jesús no te costará algo… te costará todo.
Pero al mismo tiempo, lo ganas a Él. Y eso lo cambia todo. Durante estos días hemos visto que no existe nada —ni material, ni posicional, ni personal— que tenga más valor que Jesús. Y al leer Marcos 8:37, no puedo dejar de preguntarme:
¿Qué puede valer más que tu alma?
Hoy tenemos la invitación de seguir a ese Hombre. Sí, nos cuesta todo. Pero al final encontramos la vida verdadera en Cristo. ¿Y qué mayor regalo que tener al Autor del universo, que conoce hasta lo más profundo de nosotros, queriendo ser nuestro amigo?
Perdemos todo… pero lo ganamos a Él.
Y no hay nada que se compare con eso.
La meta no es un ministerio grande.
La meta no son seguidores en redes sociales.
La meta no es el reconocimiento ni las invitaciones.
La meta no es la comodidad.
La meta es Jesús.
Él lo es todo.
Y Él merece que gastemos nuestra vida dejándolo todo por amor.
Invitación final
Hoy quiero invitarte a tomar el riesgo y la decisión más importante de tu vida: morir a ti mismo, cargar tu cruz y seguirlo a Él.
En abundancia o en pobreza.
En reconocimiento o en anonimato.
En salud o en enfermedad.
Jesús es el centro de nuestra vida, hoy, mañana y siempre.
Él lo vale todo.
Jesús lo vale.
Y un día anhelamos verlo cara a cara.
Amén por esa bendita esperanza.
En estos 7 días hemos visto que la belleza de Cristo no solo se contempla, se vive y se sigue. Él es el tesoro que vale más que la vida misma.
”El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.“(Apocalipsis 22:20-21 RVR 1960)
Acerca de este Plan

Hoy somos invitados a encontrar la vida oculta en la persona de Jesús y a maravillarnos en Él. En este plan de 7 días, juntos caminaremos y descubriremos la belleza oculta y disponible en Jesús. Responderemos también a las dos preguntas que pueden cambiar toda nuestra vida. Ven y encontremos la belleza de Cristo juntos.
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Nos gustaría agradecer a David Hernandez por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/daavid_heer?igsh=MW5lbW55amdycmJi&utm_source=qr
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