Encontrando la belleza de CristoMuestra

EL DULCE DE SUS PALABRAS.

”¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.”

Cantares 1:2 RVR1960

Hace unos días recordaba una de las peores experiencias de mi vida. Me habían invitado a predicar en otra ciudad y me encontraba en una de mis peores temporadas emocionales. Justo antes de abrir el evento, vi algo que detonó por completo mi ansiedad.

Yo no lo sabía en ese momento, pero estaba ante el peor ataque de ansiedad de mi vida: mis manos se paralizaron, las lágrimas se mezclaban con el sudor, y todo mi cuerpo comenzó a reaccionar.

Lo que hicimos mi hermana y yo fue correr al baño. Tomé mi celular y marqué a mi hermana mayor. La escena fue más o menos así: mi hermana menor adoraba, mientras mi hermana mayor oraba y me guiaba para salir adelante.

Había muchas cosas en mi mente en esos minutos: lo que había visto, lo que detonó mi ansiedad, el dolor que arrastraba. Pero en medio de todo eso hubo algo más fuerte: la voz de mi hermana, recordándome que todo iba a pasar.

La voz de paz de alguien que me amaba fue más fuerte que todos los ruidos externos que perturbaban mi corazón y mi cuerpo.

Me encanta leer textos como Cantares 1:2, porque las palabras del Amado sobrepasan todo lo que nos rodea; son más placenteras que cualquier pasión que este mundo pueda ofrecer.

Contemplar las palabras de Jesús en nuestra vida no es solo escucharlas, sino dejarnos alcanzar por el amor intenso de su corazón que se revela en ellas.

En Apocalipsis 19:15 Juan describe lo siguiente:

”De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.” (Apocalipsis 19:15 RVR 1960)

Me impacta este texto, porque Jesús no necesita blandir una espada física para herir naciones o corazones. Sus palabras mismas penetran hasta lo más profundo, y aun los más duros y “poderosos” se doblegan ante su justicia y su amor. Jesús también dijo en Mateo 12:34: ”Porque de la abundancia del corazón habla la boca.“ (RVR 1960)

Este versículo lo usamos mucho para señalar lo oculto y dañado del corazón (lo cual es cierto).

Pero también refleja otra verdad: quien está lleno de vida y esperanza, hablará vida y esperanza.

Y no hay nada mejor que escuchar las palabras del Autor de la vida.

Las palabras de Jesús son tan poderosas que pueden transformar al pecador más grande en el más redimido.

Pueden convertir al resentido lleno de odio en la persona más amorosa.

Pueden cambiar al ladrón más deshonesto en alguien absolutamente confiable.

Su voz tiene el poder de darle luz a un mundo en oscuridad y de abrir caminos donde no los hay.

”Lámpara es a mis pies tu Palabra,

Y lumbrera a mi camino.“

Salmos 119:105 RVR 1960

Hoy tenemos la invitación de ser atravesados, heridos e incluso confrontados por sus palabras, hasta que nuestra vida pierda su valor ante su voz. ¿Pero cómo escucharla?

Cada día tenemos la oportunidad de leer la Escritura, de escuchar su voz por medio de la iglesia (su cuerpo), y de disfrutar la comunión íntima con su Espíritu que vive en nosotros.

Hoy quiero invitarte —y retarte— no solo para este día, sino para toda tu vida: déjate herir, confrontar y vivificar por el sonido de su voz. Esa voz que es más fuerte que muchas aguas y que crea vida donde no la hay.

”Y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.“ (Apocalipsis 1:15 RVR 1960)

Oración

Jesús, ayúdanos cada día a ser heridos por la espada de tus palabras.

Enséñanos a crecer en el sonido de tu voz y que esta sea nuestro camino y nuestra luz.

Que podamos cerrar nuestros oídos a toda voz que no sea tu verdad.

Te amamos y te pedimos que sigas creciendo en nosotros hasta terminar la buena obra que comenzaste.

Amén.