Encontrando la belleza de CristoMuestra

ESTAMOS LLENOS EN ÉL.

”Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. “(Colosenses 2:9-10 RVR1960)

Cuando era niño recuerdo aquellas clases de escuelita bíblica y los sermones dominicales en mi iglesia local donde citaban versos como Deuteronomio 5:9: «No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.»

El concepto de un Dios celoso me causaba ruido en la mente. Me parecía difícil comprender cómo alguien que tiene el universo entero bajo sus pies podría experimentar celos hacia mí.

El problema es que, al leer sobre los celos de Dios, solemos proyectar nuestra idea moderna de celos: una pareja tóxica, vigilante, controladora. Pero la verdad es muy distinta. Cuando la Biblia dice que Dios es celoso, no significa que Él tenga miedo o inseguridad de perder nuestro amor. Significa que Él sabe algo que nosotros muchas veces olvidamos: nada puede llenarnos plenamente fuera de Él.

No existe nada en este mundo que pueda compararse con su persona y su valor. Solo Él tiene la capacidad de saciar los deseos más profundos del corazón humano, aquellos que permanecen ocultos en el misterio de su ser.

Pablo lo expresa en Colosenses 2:2-3 RVR60:

«Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.»

La verdad más absoluta es esta: fuimos llamados a la comunión con Cristo, y solo en Él nuestras insatisfacciones encuentran plenitud.

Esto es una gran noticia, porque vivimos en un mundo que insiste en que la independencia, el materialismo, el estatus social, el empleo, las parejas o la influencia son suficientes para llenarnos. Pero la realidad más contundente es que ninguna de estas cosas, por más atractivas que se vean, tiene la capacidad de darnos plenitud. Son incontables los casos de personas que han alcanzado éxito, fama y posesiones, pero que, en lo profundo de su corazón, sienten un vacío que nada logra llenar. Lo que el mundo llama “éxito” muchas veces resulta ser una trampa que ahoga cada día más.

Pero cuando descubrimos que Jesús tiene la capacidad de llenar y satisfacer cada deseo del corazón, entonces la comunión con Él se vuelve vital. Entre más nos acercamos al Señor Jesús, más nos damos cuenta de cuánto lo necesitamos.

Nuestras necesidades finitas y nuestras fallas solo pueden ser llenas por su infinita plenitud.

En nuestras carencias, Cristo mismo se convierte en la única respuesta. Esa es la hermosura de su plenitud: su persona se vuelve tan vital y necesaria, que contemplarlo cada día hace que todo lo demás pierda su valor.

El apóstol Pablo lo resume en Filipenses 3:8 RVR 1960:

”Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.“

Reflexión de hoy

Trae todas tus necesidades e insatisfacciones delante de Cristo.

Él es el tesoro escondido que llena todo en todo.

En Él encontramos la plenitud de Dios y en Él estamos completos.

Y amén por eso.