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Encuentros con Jesús que cambian nuestra vida

DÍA 3 DE 7

Día 3 — El encuentro que abre los ojos: El ciego de nacimiento

Jesús no solo abre ojos físicos; abre ojos espirituales. En Juan 9 encontramos a un hombre que nació ciego. No conocía los colores, la luz ni los rostros. Vivía en oscuridad, dependiendo de otros para sobrevivir. Y entonces Jesús pasa por su camino.

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento" (Juan 9:1 NBLA).

Esa frase lo cambia todo: Jesús lo vio. Antes de que el hombre pudiera pedir ayuda, Jesús ya lo había notado. En una sociedad que lo veía como un castigo viviente, Jesús lo ve como una oportunidad para revelar la gloria de Dios.

Los discípulos, en cambio, preguntan:

“Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?” (Juan 9:2 NBLA).

Ellos buscaban una causa, pero Jesús buscaba un propósito. Les respondió:

“Ni este pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:3 NBLA).

Jesús mezcla polvo con saliva, un gesto extraño pero profundamente simbólico. El polvo representa la fragilidad humana (Génesis 2:7), y Su toque muestra que Dios no tiene miedo de ensuciarse las manos para traer restauración. Luego le dice:

“—Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa “Enviado)” (Juan 9:7a NVI).

La obediencia de este hombre fue su puente hacia el milagro. “El ciego fue y se lavó, entonces al volver ya veía” (Juan 9:7b NVI).

Por primera vez, vio la luz —literal y espiritualmente. El encuentro con Jesús no solo le devolvió la vista; le dio identidad y propósito. Aquello que era su mayor limitación se convirtió en el escenario de la gloria de Dios.

Pero el milagro trajo controversia. Los fariseos no podían aceptar que Jesús hiciera tales cosas “en sábado”. Comenzaron a interrogar al hombre, intentando desacreditar el milagro. Él respondió con una claridad desarmante:

“—Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo” (Juan 9:25 NVI).

Esa declaración es el testimonio más simple y poderoso de un verdadero encuentro con Cristo. No lo sabía todo teológicamente, pero su vida había cambiado. La luz que entró en sus ojos también iluminó su alma.

Cuando los líderes religiosos lo expulsaron de la sinagoga, Jesús volvió a buscarlo. La escritura relata lo siguiente:

“Jesús se enteró de que habían expulsado a aquel hombre y al encontrarlo le preguntó: —¿Crees en el Hijo del hombre? Él respondió: —¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él. —Pues ya lo has visto —contestó Jesús—; es el que está hablando contigo. —Creo, Señor —declaró el hombre. Y postrado lo adoró" (Juan 9:35–38 NVI).

Este fue su segundo milagro: el primero abrió sus ojos físicos, el segundo su corazón. La fe verdadera siempre termina en adoración.

Así es Jesús. No solo restaura lo visible, también alumbra lo invisible. Él no se conforma con devolvernos la vista; quiere darnos visión —una nueva forma de ver la vida, a Dios y a nosotros mismos.

El apóstol Pablo, que también pasó de la ceguera espiritual a la visión divina, escribió:

“Porque Dios, que dijo: «¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!», hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo” (2 Corintios 4:6 NVI)

Cuando Jesús abre tus ojos, ya no ves igual. Lo que antes parecía casualidad, ahora lo ves como propósito. Donde antes había oscuridad, ahora hay esperanza.

Reflexión práctica

  • ¿Hay áreas en tu vida donde has estado “ciego” a la obra de Dios?
  • ¿Estás dispuesto a obedecer incluso cuando no entiendes completamente lo que Jesús te pide?
  • ¿Qué “una cosa” puedes decir hoy como testimonio de lo que Jesús ha hecho por ti?

Oración sugerida:

Señor, abre mis ojos para ver más allá de mis limitaciones. Que tu luz ilumine mis pensamientos, mis decisiones y mi fe. Como aquel hombre, quiero decir con convicción: “Antes no veía, pero ahora veo”. Amén.

Acerca de este Plan

Encuentros con Jesús que cambian nuestra vida

Cada encuentro con Jesús tiene el poder de transformar no solo lo que hacemos, sino quiénes somos. A través de este devocional de 7 días, recorrerás historias bíblicas donde hombres y mujeres comunes se cruzaron con el Salvador y nunca volvieron a ser los mismos. Desde el perdón y la restauración hasta el llamado y la misión, descubrirás que Jesús sigue encontrándonos hoy —para sanarnos, levantarnos y enviarnos.

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Nos gustaría agradecer a Felipe Echeverri por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.martepodcast.com