Encuentros con Jesús que cambian nuestra vidaMuestra

Día 1 — El encuentro que despierta el alma: Nicodemo en la noche

Hay noches que no te dejan dormir. No por ruido o cansancio, sino porque algo dentro de ti está inquieto. Nicodemo, un fariseo respetado, maestro de la ley y líder entre los judíos, tuvo una de esas noches. Sabía mucho de religión, pero aún no conocía a Jesús personalmente. Por eso, decidió buscarlo. “Este fue de noche a visitar a Jesús” (Juan 3:2a NVI). Tal vez porque no quería que lo vieran, o porque su alma necesitaba respuestas que la religión no había podido darle.

Jesús no comenzó con cortesías. Fue directo al corazón de Nicodemo:

“—Te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús” (Juan 3:3 NVI).

Nicodemo quedó confundido. Él pensaba en términos humanos —en volver al vientre de su madre—, pero Jesús hablaba de un nuevo nacimiento espiritual, una transformación que viene del Espíritu Santo, no de los esfuerzos humanos. “—Te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—” (Juan 3:5 NVI).

Este diálogo revela algo esencial sobre los encuentros con Jesús: Él no busca mejorar lo viejo, sino hacer todo nuevo. No vino a reformar nuestra conducta, sino a resucitar lo que está muerto. Efesios 2:4–5 NVI lo expresa así:

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!".

Nicodemo representa a muchos creyentes modernos: personas buenas, morales, informadas en asuntos religiosos, pero sin una experiencia real de nuevo nacimiento. La fe no es solo saber acerca de Jesús; es conocerlo personalmente. Como dice Juan 1:12–13 NVI:

“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios".

El nuevo nacimiento cambia la forma en que pensamos, sentimos y vivimos. Es una obra del Espíritu que transforma desde adentro hacia afuera. Por eso Pablo escribe: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente” (Romanos 12:2a NVI).

Nicodemo llegó de noche, pero terminó con la luz del evangelio brillando en su corazón. Jesús le reveló la verdad más gloriosa de todas:

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16 NVI).

Ese encuentro nocturno fue el inicio de una transformación silenciosa. Años después, cuando todos huían, Nicodemo defendió a Jesús (Juan 7:50–51) y finalmente participó en su sepultura (Juan 19:39). El hombre que antes lo buscó de noche, ahora no temía ser visto a la luz del día.

Cuando Jesús entra en nuestra vida, la religión se vuelve relación. Lo que antes era rutina, se convierte en comunión. Como dice 2 Corintios 5:17 NVI:

“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!".

El Espíritu Santo sigue haciendo hoy lo que hizo con Nicodemo: despertar almas dormidas, dar nueva vida donde solo había esfuerzo y vacío. Nacer de nuevo no es un evento aislado, es el comienzo de una vida de entrega diaria. Jesús no está buscando admiradores, sino hijos que vivan en la libertad del Espíritu (Tito 3:5).

Reflexión práctica

• ¿Estoy viviendo una fe informada o una fe transformada?
• ¿Qué áreas de mi vida necesitan un nuevo nacimiento en el Espíritu?
• ¿He tenido mi encuentro personal con Jesús o solo lo conozco por referencia?

Oración sugerida:

Señor Jesús, así como Nicodemo, me acerco a Ti con mis preguntas y vacíos. Quiero conocerte más allá de la teoría. Hazme nacer de nuevo con tu Espíritu, cambia mi corazón y enséñame a vivir desde Tu vida en mí. Amén.