Traicionado pero en el plan de Dios

Todos hemos sentido el dolor de una traición. Esperabas apoyo, y recibiste indiferencia. Confiaste… y te fallaron.

El golpe no fue solo a tu corazón, sino a tu fe. Te preguntas: “¿Por qué, Dios, si yo solo quise hacer lo correcto?”.

José también conoció ese dolor. Sus hermanos lo vendieron como si fuera un estorbo. Lo despojaron de su túnica, pero no pudieron quitarle su propósito. Lo enviaron lejos, pero no pudieron alejarlo de la mirada de Dios.

A veces, los que más daño nos hacen son los que más amamos… pero ni sus decisiones ni su traición pueden detener lo que Dios planeó para ti.

Quizá hoy te sientes como José: solo, decepcionado y sin entender por qué pasó lo que pasó. Pero recuerda esto:

Lo que otros usaron para herirte Dios lo usará para empujarte hacia tu destino.

El dolor no es el final de tu historia, es solo el escenario donde Dios demuestra que sigue en control.

Hace un tiempo, conocí a alguien llamado Carlos. Él confió en su socio y amigo de años, pero este lo traicionó, dejándolo con deudas y una reputación dañada. Andrés pensó que había perdido todo, pero en ese silencio de soledad, empezó a buscar a Dios como nunca antes. A los pocos meses, Dios le abrió una nueva puerta de negocio… y esta vez, con integridad, paz y propósito. Lo que parecía una traición fue, en realidad, la puerta hacia una vida más firme en Dios.

Lección del día:
Lo que hoy duele mañana tendrá sentido. La traición que te rompió será la herramienta que Dios usará para llevarte más alto.

Oración:
Señor, tú conoces las heridas que otros me causaron. Hoy decido soltarlas en tus manos. No quiero vivir con rencor, sino con propósito. Transforma mi dolor en madurez, mi decepción en confianza, y enséñame a perdonar como Tú me perdonaste. Amén.

Desafío de hoy:
Escribe el nombre de la persona que te traicionó o hirió y ora por ella. No para justificar lo que hizo, sino para liberar tu corazón.